Cualquier cosa que Ucrania haya hecho mal, desde pactos incumplidos o hasta acaso existir como estado independiente (tal como opinan los más férreos defensores de Rusia), no justifica entrar a una ciudad con tanques a matar civiles. Y eso, el mundo en 2022 lo sabe.
La mayoría de los ciudadanos del mundo actual saben tanto eso, como hace un siglo atrás consideraban una práctica habitual y naturalizada lo contrario. No fue precisamente una lección lo que los despertó, sino dos bombas atómicas, sumado a la distribución pública de imágenes y videos. La misma tecnología que creó armas de destrucción masiva, creo cámaras de foto y video, internet y publicidad viral que aumentan la conciencia de los estragos que causa. Si bien es cierto que existen distintos focos de guerras en la actualidad, lo que se juega aquí es una de dimensiones mundiales.
En síntesis, los tiempos cambiaron -como diría Dylan- y Putin, y por ende Rusia, adoptando esa actitud hoy sólo pueden perder.
Es previsible y natural que el resto del mundo -gradual o abruptamente- lo vaya asfixiando con medidas más sofisticadas y consensuadas que la guerra, como lo son las herramientas tecno-económicas.
Putin exige reconocer Crimea como parte de Rusia y promete no atacar a civiles ucranianos
Siguiendo un razonamiento consecuente, a raíz de los hechos actuales, el destino más promisorio para Putin es la cárcel.
En mi opinión, Putin ya perdió. Hoy no hacen falta bombas para torcer decisiones, el único e inmenso problema es saber cuánto daño podrá causar el jefe del Kremlin antes de que le quiten el poder.
* Mariano Marquevich. @llavemaestraok
