OPINIóN
8 de marzo

Mirar a una mujer a los ojos, ¿sería abuso sin consentimiento?

Como escribió Cicerón, “el rostro es el espejo del alma y los ojos, sus delatores”. Ya sin barbijos, las mujeres vuelven a mostrar sus rostros y los hombres los miran. ¿Significa eso meterse con el cuerpo del otro?

Mujeres con velo 20230308
Mujeres con velo, bufanda o lo que fuere. | shutterstock

¡Eureka! grita feliz el “professore” de Vicenza ¿o acaso era Padova? llamando la atención en la milonga El Beso. Con la fugacidad del relámpago, ve cuando al cruzar miradas el hombre con esa mujer, se clavan la vista a través de la pista. Nada que ver con clavar el visto, por el contrario. Él apenas cabecea, ella sonríe con un casto mohín y una leve sonrisa. Contratan una tanda de tangos, milongas o quizás valses. ¡Ah, Pugliese qué bien se deja bailar! Pero ella podría no aceptar y te "corta el rostro", dejando su mirada navegar hacia otros ojos. Siempre hay otra ronda, la noche no tiene fin.

Son usos de los ojos, como en las partidas de truco, que no arrojan otros destellos que su repetición reglada. Los ojos muestran más cosas, quizás todas, como falsifica un conocido adagio: “Los ojos son el espejo del alma”. Pero Cicerón (siglo 1 a.c.) sabía decir que: “El rostro es el espejo del alma y los ojos, sus delatores”. 

Mujeres con velo 20230308
A pesar del burka, nikab, velo o barbijo, ¿quién puede negar el magnetismo de la mirada de una mujer?

Con el uso obligado de barbijos en épocas de pandemia, nos quedaba apenas la delación de los ojos, mientras que la sonrisa queda esfumada.

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Es cierto que la sonrisa fascina y es objeto de no pocos poemas de hombres enamorados, decepcionados o esperanzados. También enuncia fastidio, ofensa, duda, miedo y tantas cosas más, pero son expresiones gestuales convencionales, calculadas y signos de un lenguaje gestual. 

Salvo, en la risa, en la alegría, en el hacer el amor y en el dolor de la pena. Ahí la sonrisa va sola, jugada y espontánea.
Pero el festival de barbijos me ha obligado a descubrir a la mujer a través de sus ojos. En “la sonrisa de sus ojos”. Un “lapsus” de la memoria del film “El secreto de tus ojos”.

 

Mirar a una mujer a los ojos

Un dibujo infantil que estimula el uso de los barbijos se llama “La sonrisa de tus ojos”: se ve que algo sabían. En cambio una serie coreana sufre con que “La sonrisa se ha ido de tus ojos”.

Una camarera en pandemia tiene unos ojos tan expresivos que me transmiten emociones, hasta ideas, y no puedo evitar decírselo, pues me alegra el descubrimiento. 

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La mirada es el espejo del alma. ¿Por eso algunas mujeres la ocultan?

El elogio a la belleza, bien o mal llamado “piropo” vale cuando tiene candor y carece de agresión. No privarse uno, ni privar a la mujer. Dirán los jóvenes de hoy en día, es meterse con el cuerpo del otro, un abuso sin consentimiento. Quizás. Pero éste viene luego del acto y es, si logrado, cuando ella siente que el elogio es merecido. Vaya paradoja. Además, la admiración no es por ser bonita, pues la mujer es hermosa cuando genera emoción, alegría, inspiración. Cuando se siente bella.

Hoy como ayer, las mujeres lavan platos; ¿qué significa saber hacerlo?

La mujer sabe preguntar al espejo o a su amiga: “¿Cómo estoy?” Para saberse necesita ser vista. De ahí, arriesgo, la invitación al piropo. Un recorrido observando la mirada de mujeres de diversas edades, lleva a entender por qué en países de Oriente Medio los muchachos se enamoran mirando los ojos de las mujeres, lo único visible bajo el nikab. Y les alcanza. Nunca, obvio, con el penoso y agraviante burka afgano.

Los labios requieren apenas unos instantes y un “lipstick”, quizás “gloss” o un lápiz y ya. Va sin espejo, si se quiere, pues saben el recorrido de memoria. Pero los ojos, son otra cosa, requieren tiempo, dedicación y un arsenal de recursos: delineador, “rimmel”, sombras, corrector de ojeras y un sinfín de lápices, brochas y pinceles. Sin ir a más, porque los hay.

 

Mirar a los ojos, ¿abuso sin consentimiento?

Siempre ha enamorado la sonrisa abierta y alegre de la mujer y sí, llevó a equívocos, quizás porque no se sabía mirar a la diversidad de expresiones de los ojos y la mirada.

Burka Suiza Referendum
Aunque sólo se vean los ojos, las miradas hablan.

Es que no es posible planearlas o forzarlas: suceden sin que la protagonista lo sepa. Necesitan de otra lectura, de otro. En efecto se sonríe con los ojos. Pero se ven tantos otros estados de ánimo y sentimientos, hasta incluso padecimientos.

La risa de todos estos años

Se puede ver la vista errática, perdida, sumergida en cavilaciones penosas o fija y congelada en algún infinito de extravío o ausencia. La alegría que desbordan los ojos e ilumina el entorno. Hay miradas de enfado, bronca, rabia y por qué no, hasta de odio.

Ojos feroces con chispas de furia. Otras miradas son serenas y calmas, esas en que la mujer flota en su contentura e invita al reposo.
Los ojos reflejan también la decepción y la amargura, la desazón o insatisfacción, lo que duele. La vacilación en la incertidumbre, pero asimismo la luminosidad de la esperanza y la paciente espera. 

El brillo de la alegría, la diversión y el buen humor y también el aguijón de la ironía, el sarcasmo y la irritante burla. Vieras los ojos de audacia y desafío. De seducción que insinúa y engaña, pero más aún, del goce que invita al buen amor. La mirada de decepción o desprecio, rechazo y hasta aversión, pero por fortuna, también la ternura de la bienamada.

Barbijo
El barbijo nos acostumbró a mirarnos a los ojos; la mirada era lo único que nos llegaba del otro.

La pena, la tristeza, la opacidad del ánimo y el dolor que ensombrecen la mirada, aunque asimismo el entusiasmo, hasta la euforia y la expectativa del encuentro anhelado. Los celos y la confianza, el miedo y el candor, incluso la angustia que todo lo invade. Y más, el orgullo y la decepción, la culpa mordaz y la vergüenza. El lector sabrá completar.

Los ojos de la mujer son notablemente más jóvenes que su edad cronológica

Quizás alguien objete por qué solamente los ojos de la mujer. Tendría razón. Pero, son los que prefiero observar en la vida cotidiana y en todas las edades, pero no es así en mi práctica de psicoterapia. En hombres y mujeres la expresión de la mirada es poderosa y reveladora. Por ello las conferencias zoom, las reuniones de equipos de trabajo y el trabajo psi por ´whatsapp´ durante la cúspide de la pandemia, perdían esa lectura, ese registro, quizás esa transmisión empática.

Pero hay un rasgo más en “la sonrisa de tus ojos”. Para mi sorpresa, algo me llamó la atención y es una hipótesis tentativa que el lector sabrá confirmar o desmentir.

Descubrí que los ojos de la mujer son notablemente más jóvenes que su edad cronológica. Me alegró, pero ciertamente debiera alegrar más a las mujeres. A fin de cuentas, es un elogio amable y veraz. Un piropo.

Por todo esto recomiendo a los hombres que jueguen sus naipes, mirando los ojos de las mujeres que los conmueven.