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Nativos financieros digitales: el boom de las tarjetas prepagas en el segmento joven

La tendencia es a que cada vez más operaciones se puedan resolver desde un mismo lugar, que hoy por hoy es nuestro teléfono celular.

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Un pago. Se prodrá seguir comprando con plásticos, pero con un solo pago, sin financiación. | cedoc

En 2004 la prensa anunciaba la llegada de las primeras tarjetas prepagas a Argentina. Conocidas como tarjetas recargables, fueron un antes y un después para quienes no podían acceder a las convencionales tarjetas de crédito y débito, para las que se requiere tener una cuenta dentro del sistema bancario tradicional.

Originadas en la década de los ochenta, en Estados Unidos, el primer uso a este instrumento de pago se lo dieron las compañías telefónicas. Como toda herramienta, evolucionó a lo que hoy conocemos como tarjetas prepagas, principal producto de las fintech, que conviven con los pagos digitales y son parte de todo un ecosistema de medios de pago que está en constante evolución.

Según los datos del último informe de Pagos Minoristas del Banco Central, de enero de este año, se realizaron 21,4 millones de pagos con tarjetas prepagas por $185,4 mil millones de pesos. Si bien la tarjeta de débito sigue siendo la más utilizada de las tarjetas disponibles en Argentina, las prepagas demostraron incrementos anuales de más del 30% en cantidades.

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Esta evolución tiene que ver con una tendencia generalizada hacia las billeteras virtuales y las fintech, que entendieron que había una gran parte de la población que no estaba teniendo acceso al sistema bancario tradicional y lograron un abanico de productos simples, seguros y accesibles para todo este segmento. En pocas palabras, es una forma de bancarizar esa parte de la economía que se mantenía en la informalidad y un gran paso para la inclusión financiera, que busca que cada vez más personas puedan gestionar sus finanzas, ahorrar más y tener acceso a más medios de pago.

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Por supuesto, las tarjetas prepagas también tienen la particularidad de permitir un riguroso control de gastos, y establecer límites concretos. Por eso son una buena herramienta también para fines sociales, como la asignación de dinero para la compra de alimentos, por ejemplo. Para entender mejor cómo se utilizan los productos de las fintech, en nuestra empresa venimos trabajando, desde el año pasado, en un informe semestral con datos y tendencias que vemos según el comportamiento de los usuarios. En la última entrega, que lanzamos en marzo de este año, descubrimos que no sólo creció el volumen transaccionado a través de tarjetas prepagas durante el último año -un 370% más que en el 2022-, sino que el 40% de los usuarios que utilizan estas tarjetas pertenece a la Generación Z y Post Z, es decir, jóvenes de entre 13 y 24 años

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Y ahí quizás está la mayor diferencia en las fintech: los más jóvenes, en su naturaleza de nativos digitales, también son nativos financieros digitales. Es decir, la costumbre de ir a una sucursal de un banco a abrir una cuenta, o hacer fila en un cajero para sacar dinero en efectivo, no existe en un esquema de vida donde la mayor parte de sus compras, trámites, reuniones y estudios se resuelven online. También, para los chicos y chicas aún en edad escolar, la tarjeta prepaga es una solución para los propios padres y madres, que pueden cargar dinero de forma mensual y que los hijos se manejen directamente con su propia tarjeta, sin tener que manipular dinero, perderlo o estar vulnerables a que se lo puedan quitar. Además, es una manera de educar financieramente a futuros adultos que, al ingresar al mercado laboral, ya tendrán una primera experiencia gestionando sus gastos.

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Además, si hablamos de nativos digitales, es lógico pensar que, si bien una buena parte de los usuarios aún solicitan la tarjeta física, el producto virtual está creciendo en demanda de forma abrupta: según los datos del último informe, pudimos ver que tuvo un crecimiento semestral del 60%. Por supuesto, el crecimiento de los pagos virtuales incluye los pagos mediante transferencias -tanto las interoperables como aquellas entre proveedores de servicios de pago (PSPCP)-, que tuvo su auge con la llegada del QR interoperable y la posibilidad de compatibilizar cobros y pagos. Según el último informe del BCRA, en enero se realizaron 195,3 millones de transacciones, lo que representa un 109% de crecimiento interanual. Y este fenómeno seguirá creciendo: hoy el 40% de los teléfonos celulares tienen tecnología NFC, lo que permite que se puedan convertir en terminales de cobro, por ejemplo, para que cualquier comercio, profesional o emprendimiento tenga todos los medios de pago. Lo mismo podría suceder con el transporte.

La tendencia es a que cada vez más operaciones se puedan resolver desde un mismo lugar, que hoy por hoy es nuestro teléfono celular. Tenemos que estar atentos a las nuevas tecnologías, que al final del día, si las utilizamos bien, nos traen soluciones para tener una vida más simple, más accesible y más segura.

* CBO de Global Processing