OPINIóN
Política

El grito de los justos

La burbuja presidencial y el 17A son la nueva coyuntura que acompaña la pandemia en la Argentina.

Ilustración
Ilustracion | Martín Sáenz

La gente volvió a ocupar la calle. ¿Por qué ocurrió la protesta? ¿Somos anticuarentena como dice Alberto? ¿Gritamos sin razón? La falta de un plan económico, el desmadre sanitario, el atropello a la libertad, la violación a la propiedad privada, los actos de adoctrinamiento de niños, la inseguridad y la liberación indiscriminada de delincuentes, el ataque a periodistas y el ciberpatrullaje son algunas de las razones de la movilización que vivimos pocos días atrás. La protesta fue nuevamente una sorpresa por la cantidad de gente autoconvocada, su variada edad y formas de expresarse. El miedo al virus cedió ante el rechazo al relato, el cinismo presidencial y la lucha por los valores superiores de la Libertad y la República.

La respuesta del Presidente Alberto Fernández: “No nos van a doblegar, los que gritan suelen no tener razón y nosotros sabemos a qué vinimos” se interpreta como una falta de respeto al legítimo reclamo, y forma parte de la estrategia de confrontación propia de las dictaduras, evidenciando ausencia de soluciones en los temas que más preocupan a la sociedad. La agenda de esta administración va a contramano de las necesidades del país, y la llamada reforma a la justicia es un ejemplo de ello. La Cámara del Crimen porteña y la Cámara en lo Civil y Comercial la han considerado inconstitucional. Alberto, como es su costumbre reciente de declarar lo contrario que hace un año, había negado tomar cualquier medida en este sentido. Hoy ese proyecto que tiene por único objetivo generar más gasto público y unos $3.000 millones en sueldos para nuevos cargos e impunidad para los corruptos, está a punto de naufragar. Propios y ajenos cuentan porotos en el Congreso y se crea el ámbito para un mayor malestar social que se verá en la calle en breve nuevamente.

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Hemos llegado a la décima renovación del confinamiento, uno de los más largas del mundo; y tal vez con los peores resultados conforme el desmedido esfuerzo sanitario y económico al que fue sometida la población. La noticia sobre un acuerdo de privados para producir la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford, puso patas para arriba toda la épica nacional y popular. Esto se suma al pifie presidencial de felicitar a los rusos por un producto de dudosa efectividad. El gobierno solidario prohibió las reuniones de amigos y familias después de más de cien días de confinamiento, pero no lo hizo durante la conferencia de la novena extensión, sino que fue horas después, a hurtadillas y cuando nadie lo esperaba. Esta violación a los derechos básicos coronó con el fallecimiento de Solange Musse, la joven que falleció de cáncer y no pudo recibir la visita de su padre por este estado de sitio de facto que sufrimos a raíz del Decreto de Necesidad y Urgencia que establece el Aislamiento Preventivo Social Obligatorio. Sus palabras deben hacernos despertar ante semejante atropello a derechos básicos y la actitud del gobierno de normalizar lo absolutamente irracional: “Hasta mi último suspiro tengo mis derechos”.

Estamos nro. 12 del ranking Covid-19, siendo que somos el país 31 en número de población. Hemos superado ampliamente al Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Suecia. Nos encerraron +150 días; mientras que los escandinavos vivieron plenamente en libertad y cuidando la economía. El gobierno de los EEUU nos ha colocado en nivel 4 (no viajar a nuestro territorio), mientras que Chile y Brasil están en nivel 3, que significa apenas una recomendación para que sus ciudadanos no lo hagan. Debido a la falta de testeos, facultaron a las provincias a confirmar casos positivos de coronavirus sin la realización de hisopado, y como era de esperar, se filtraron datos sensibles de 100.000 argentinos que usaron la aplicación Cuidar. En medio de todo esto golfistas, tenistas, artistas marciales y remeros se revelaron frente al absurdo de prohibición de disciplinas deportivas que a nadie afectan; pero estaban dentro de los caprichos autoritarios y clasistas de los que nos gobiernan.

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  • Sin brújula internacional

La explosión en Beirut debería dejarnos alguna lección. Luego de años de encubrir a la organización Hezbollah, hizo falta que la realidad les detonara en la cara. La gente después de una explosión que dejó cientos de miles sin hogar, muertos y heridos salieron a la calle; fueron reprimidos y el gobierno renunció cuando los manifestantes luego de ser reprimidos, les instalaron “horcas” simbólicamente. Esperemos que aquí rectifiquen, dejen el relato y no den lugar a esos actos simbólicos.

Nuestra política exterior sigue errática. El gobierno aún tiene que acordar con FMI, y para eso contrataron a Thomas Shannon, consultor que ha representado a Nicolás Maduro; con el fin de “acercarse” al gobierno de los EEUU o al menos a la oposición demócrata. Esto ocurre mientras Alberto Fernández liderara una acción para bloquear el ingreso al BID de Mauricio Claver Carone, asesor de Donald Trump para Latinoamérica. Para colmo, el Presidente ratificó mediante resolución 30917/2, el acuerdo por la base militar espacial China en Neuquén. Simultáneamente dirigentes del Partido Justicialista, con José Luis Gioja e Gildo Insfrán entre ellos, realizaron un encuentro virtual con sus pares del Partido Comunista Chino para intercambiar “experiencias”. Es decir, se meten en la política interna de los Estados Unidos y pactan con los chinos. Los resultados ciertamente no deberán sorprendernos.

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  • La bomba económica

Sin un plan, el gobierno llegó a un acuerdo con los bonistas por la deuda de nuestro país. El Presidente en un vergonzoso acto de ocultamiento de información durante una entrevista televisiva, dejó expuesto que apenas logró postergar algunos vencimientos que le dan algo de oxígeno hasta el final de su mandato. Son un gobierno que ha logrado que las 38 familias con mayor patrimonio de la Argentina hayan visto disminuir sus bienes en u$s 12.000 millones este año, aún así les quieren cobrar impuesto a la riqueza.

Mientras atacan a quienes podrían crear empleo, la pobreza infantil a fin de 2020 se estima que será del 63%, es decir que habrá 8,3 millones de chicos pobres. El salario mínimo es de 127 dólares, solo por encima de Venezuela. El ministro de trabajo Claudio Moroni afirmó que “hay que encarecer los despidos para proteger el empleo”, fórmula que ha logrado en muy poco tiempo 300.000 despidos registrados. Los datos de la economía siguen sin repuntar. La venta de motos, en julio se patentaron 22.805 unidades casi 4% menos que en junio y 26% inferior al de igual mes de 2019. La construcción descendió 14,8% internanual en 2020. La caída en el primer semestre fue del 37,8%. La facturación de los comercios situados en Avenidas desde su apertura es del 35% en relación a antes de la cuarentena. No hay indicador que demuestre viene un futuro mejor.