El 10 y el 11 de diciembre se produjo un hecho excepcional. Con diferencia de 24 horas la Plaza de Mayo se colmó de gente, con más o con menos, en el orden de 100 mil personas en cada caso. Pero fueron plazas antagónicas. Y no precisamente por parte de la mentada grieta, sino entre el gobierno y sus vertientes el 10 de diciembre, y por parte de la izquierda, el 11. Estas dos plazas encierran la confrontación de dos campos políticos muy definidos.
Si bien estas dos plazas, en su masividad, fueron de contingentes fundamentalmente organizados y tienen un carácter preparatorio de la etapa convulsiva que se avecina fueron diferentes desde el vamos, una organizada desde arriba, la otra desde abajo. Mientras la Plaza de Alberto y Cristina Fernández con las presencias de Lula y Mujica, se basó en una convocatoria con todos los recursos políticos y económicos del Estado, aunque cierta militancia se haya movilizado con más o menos entusiasmo, la Plaza de la izquierda -sin precedentes en su masividad por parte de este sector- fue de carácter estrictamente militante. Un hecho no menor.
Masiva marcha de piqueteros y la izquierda contra el FMI
El gobierno venía de perder un mes antes cinco millones de votos y hacer su peor elección desde el 24 de febrero de 1946. El Frente de Izquierda Unidad, por su parte, hizo su mejor elección y la mejor de la izquierda desde 1983 con un 1.300.000 votos y conquistas parlamentarias sin precedentes como la consagración de un diputado nacional por Jujuy ganándole al peronismo, la conquista de dos diputados provinciales en la Provincia de Buenos Aires, además de una diputada por la Ciudad de Buenos Aires y diez concejales bonaerenses. Esto último, los concejales, una novedad que tiene que ver con lo esencial del fenómeno electoral de esta izquierda de carácter obrero y socialista: la gran elección en los barrios obreros del segundo y tercer cordón del conurbano y así en todo el país. Sobre esas bases, el FITU se colocó como tercera fuerza nacional.
Yendo a lo esencial, la plaza oficial del 10 constituyó una operación de encubrimiento de este peronismo siglo XXI cuyo objetivo es llegar a como dé lugar a un acuerdo con el FMI. El acto del 10 vino a tratar de ocultar que el ajuste no es “historia” sino que es presente y es futuro. Lo demuestran los números de la pobreza desesperante, amasada en décadas de gobiernos alternativos del peronismo y lo que hoy es el macrismo, con radicales incluidos. Como lo revela el Presupuesto 2022, se pretende ajustar todavía más por la vía de las devaluaciones -que llaman reducción de la brecha cambiaria-, por la vía de los tarifazos -que llaman reducción de subsidios- y, por sobre todo, por la vía de la inflación que demuele salarios y jubilaciones, justamente lo ocurrido en 2021.
Cuánto costó el festejo por el Día de la Democracia en Plaza de Mayo
Cristina es hábil oradora, pero buscó apartarse de la responsabilidad del Presidente que ella promovió. Proponerle a la oposición de macristas y radicales que digan cómo traer la montaña de capitales que ciertamente se fugaron en sus gobiernos oculta que eso había ocurrido también en los doce años bajo gobiernos K y en estos último dos, donde se fueron otros u$s15 mil millones sin que su administración atine no ya a repatriar lo que se fue a los paraísos off shore, sino a evitar que se sigan yendo. Los invitados fueron seleccionados astutamente. Mientras la misión de técnicos suplica en Washington ante los halcones del FMI, invita a dos ex presidentes amigos dilectos del FMI dentro de la centroizquierda latinoamericana, que gobernaron con generosos acuerdos con el organismo multilateral.
La plaza del 11, convocada por la izquierda que deja atrás al oportunismo pro kirchnerista o aún pro Braden de la vieja izquierda y centroizquierda argentina, planteó la ruptura con el Fondo Monetario Internacional, el repudio e investigación de la deuda fraudulenta -la de Macri y la de Cristina- que no paró nunca de crecer a pesar del “pago serial”. Y, como complemento imprescindible, un plan de reorganización integral económica y social para sacar al país adelante desde el campo de los trabajadores, superando al peronismo y sus límites insalvables y luchando contra la burocracia sindical e interviniendo en todas las causas y movimientos populares.
La disyuntiva entre las dos plazas se va dirimir en la arena de la lucha entre las clases sociales y sus partidos. En la arena política y en las calles. Una, la de la izquierda, para ponerse al servicio y llegado el caso al frente de las luchas que vendrán contra el ajuste, la otra para evitarlas.