OPINIóN

Videojuegos: el chivo expiatorio de la violencia

La demonización de los videojuegos cada vez que hay un tiroteo es una caza de brujas diseñada para distraer la atención de las verdaderas causas de la violencia.

Adicción a la tecnología: los videojuegos son uno de los principales puntos de entrada
Adicción a la tecnología: los videojuegos son uno de los principales puntos de entrada | cedoc

La demonización de los videojuegos cada vez que hay un tiroteo es una caza de brujas diseñada para distraer la atención de las verdaderas causas de la violencia. Solo enfocándonos en los problemas reales podremos empezar a encontrar soluciones. 

Soy una de las casi 1 millón de personas que juegan al Counter Strike: Global Offensive todos los días. En el juego, terroristas y anti-terroristas se enfrentan en escenarios en primera persona, con armamento variado. Para quien nunca lo haya jugado, es el típico juego que se usa de chivo expiatorio cuando ocurre algún hecho de violencia con armas, sobre todo en Estados Unidos. Sin embargo, al igual que el otro millón, termino de jugar y sigo con mi vida en paz, sin dañar a nadie. Lo mismo con los millones y millones de jugadores que han pasado por este y otros juegos similares desde hace años. Además, los videojuegos se consumen a nivel global, pero los tiroteos suceden con mucha más frecuencia en los Estados Unidos que en cualquier otro lugar del mundo. Parecería entonces que el problema no son los juegos. ¿Por qué se los sigue culpando entonces?

Más videojuegos, menos conservadurismo

Recientemente fue el senador de Texas, Ted Cruz, quien sostuvo que los videojuegos desensibilizan a los jóvenes frente a la violencia, pero en realidad es solamente uno más en un largo coro que incluye a Donald Trump y varios periodistas, desde hace años. En Argentina el debate es menos frecuente, pero también ha habido ejemplos, como cuando el entonces secretario de seguridad, Sergio Berni, dijo algo similar en 2013 (y también incluyó a la televisión). El mito, como vemos, es persistente. Pero no es nada más que eso: un mito. Y además, uno bastante conveniente para algunas personas. 

Primero veamos qué dice la literatura científica al respecto. No se trata simplemente de opinar que un videojuego produce o no violencia, sino que podemos apoyarnos en muchísimos estudios publicados que, una y otra vez, no encuentran correlación entre ambas cosas. De lo que sí se ha encontrado evidencia es de la asociación entre jugar videojuegos y bienestar

Sin embargo, el argumento se reflota, sobre todo cada vez que hay un tiroteo en los Estados Unidos. Resulta que muchos de los asesinos eran aficionados a los videojuegos. ¿Esto prueba que eso generó la violencia? ¡Claro que no! A esta altura, casi todos los adolescentes y jóvenes adultos juegan videojuegos. Se confunde casualidad con causalidad. El perfil típico de los tiradores también incluye alienación social y una fascinación por las armas y las ideologías extremas. Todos rasgos que parecen a priori mucho más peligrosos y potencialmente violentos. 

Tres series basadas en videojuegos

Quizás ayude a entender por qué se insiste con este mito mirar un poco al perfil de quiénes lo sostienen. Una mirada veloz y ya sabemos algo casi de inmediato: no son gamers. Seguramente no hayan jugado a un videojuego en su vida, con la posible excepción del Tetris hace unos 30 años. Es posible entonces concebir una mezcla de ignorancia con esa especie de desconfianza a lo tecnológico de las generaciones anteriores. 

También suele haber componentes políticos e ideológicos, en los que los videojuegos la ligan de rebote. No es casualidad el argumento anti-videojuegos aparezca una y otra vez en en un país donde hay más de un arma por habitante, donde es posible comprar rifles de asalto AK-47 sin demasiado problema y donde existe un lobby importante por parte tanto de empresas manufactureras como de la poderosa NRA (por las siglas de Asociación Nacional del Rifle, en inglés), que contribuye económicamente justamente a los políticos que defienden la venta de armas con controles mínimos. Tampoco es casualidad que, cuando se juegan videojuegos en cientos de países, el único donde hay tiroteos repetidamente es Estados Unidos (246 en lo que va del año). 

El ataque a los videojuegos no es más que la búsqueda de un chivo expiatorio fácil para evitar hablar del elefante en el cuarto: que Estados Unidos tiene un problema con el acceso a las armas, la violencia y las ideologías extremas. Y como suele suceder, cuando se distrae la atención de las verdaderas causas, el problema persiste. Mientras frente a la tragedia de los tiroteos la respuesta sea, como Walmart en 2019, retirar los videojuegos de sus góndolas pero no las armas, seguiremos debatiendo inútilmente. 

 



* Nicolás Brandoni. Fundador y CEO de PEEK. @NicoBrandoni / @nbrandoni / @studiospeek