OPINIóN
La filosofía de la inversión

Protagonistas funcionales vs absolutos obsoletos

Continuando con el desarrollo de las dicotomías conceptuales propuestas por Lanier y Harari, vayamos a la tercera y última (hay más, obvio) en este artículo.

Inteligencia artificial 20220418
Inteligencia artificial. | pixabay

“Mucho peor que ser explotados, es ser obsoletos.”

                                                                                                      Yuval Noah Harari

 

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Continuando con el desarrollo de las dicotomías conceptuales propuestas por Lanier y Harari, vayamos a la tercera y última (hay más, obvio) en este artículo: un mundo donde reine la creatividad y la remuneración por tus datos, talento y expertise vs un mundo donde la mayoría “obsoleta” sobreviva con una asignación universal internacional, en el mejor de los casos.

A la Crisis Climática y las guerras anacrónicas desplegadas por autócratas del siglo XX aún activos y “molestando” en el XXI, se suman otros grandes desafíos, tal vez con menos publicidad o simplemente tan complejos y futuristas que nos cuesta asimilarlos como Sociedad. Entre estos últimos se encuentra la “obsolescencia (más o menos) programada” de la base de la pirámide social, aquella que no tiene (ni parece que tendrá) el privilegio de una educación ecléctica y a la vez especializada, con conocimientos profundos y habilidades calificadas como resultado de dicha inversión académica, con los cuales competir en un mercado cada vez más exigente. Con las tendencias actuales, parece cada vez más lejana la chance de obtener “valor” profesional suficiente como para (sobre) vivir en un futuro insólito pero (ahora) realista donde domine una elite tan autosuficiente que ya ni siquiera tendrá que explotar al resto, sino simplemente aislarse en sus mansiones flotantes o voladoras con sus sirvientes robots, y dejar que las masas se coman entre ellas. 

¿Homo deus, cyborgs, conciencias digitalizadas o la Singularidad?

La imagen es dramática y sobradamente distópica, pero cada vez más real. Harari desarrolla muy bien todo este escenario en su libro “Homo Deus”, término acuñado (o al menos popularizado) por él que describe el siguiente paso evolutivo del Homo Sapiens Sapiens: humanos “mejorados” gracias a la ingeniería genética, los implantes robóticos y una simbiosis endo y/o exógena con hardwares a base de silicio gracias a lo cual vivirán 500 años, tendrán 5 metros de altura, respirarán bajo el agua y/o se alimentarán gracias a la fotosíntesis. Hoy podemos decir que ya contamos con un atisbo de esa simbiosis exógena a través del uso casi universal de nuestros teléfonos móviles.

Según Elon Musk, la única forma de evitar la obsolescencia completa del ser humano en relación a la inminente Singularidad (la aparición efectiva de una inteligencia artificial independiente a nuestros designios y caprichos) es esta mencionada combinación humano-máquina, donde al menos una porción (seguramente muy reducida y privilegiada) de la población forme parte de la nueva escalada evolutiva. “Si no pueden con ellos, úneteles”, le he escuchado decir en una entrevista que le hizo Alex Fridman. Fácil pensar de esta manera para un billonario excéntrico y tecnocrático con miras a “terraformatear” nuestro vecino galáctico…

¿Pero qué tan cerca estamos de todo esto? Los pronósticos varían, aún así existen claros indicios tan fascinantes como escalofriantes. El primer caso que me viene a la mente en relación a la Singularidad –lo que me quita aún más el sueño que esta otra opción del Homo Deus– es el caso de AlphaGo. Vamos a ello.

El águila y el cóndor, la era de la integración

 

La filosofía de la inversión

La moral es la filosofía de la inversión en el largo plazo, y la ética su aplicación práctica.

                                                                                                       Shanti Aboitiz, filósofo contemporáneo

 

Con más configuraciones de tablero que átomos en el universo, el antiguo juego chino de Go ha sido considerado durante mucho tiempo un gran desafío para la inteligencia artificial.

Después de ver el documental de AlphaGo (*), me doy cuenta que el mundo de la programación y el machine learning está empezando a cobrar conciencia de la importancia de integrar a los avances en el campo tecnológico, un marco ético de aplicación práctica (parafraseando a Aboitiz), valores morales consistentes y el ejercicio de lo que los expertos en tecnologías interpersonales llaman “empatía táctica” a la hora de desarrollar algoritmos para clientes, tanto en el sector público como en el privado.

Jaron Lanier habla de lo mismo desde un lugar que reivindica la espiritualidad, la maravillosa realidad cotidiana, siendo uno de los pioneros desarrolladores que acuñó el término “realidad virtual”. La idea, entonces, el desafío pendiente es integrar lo técnico con lo ético, lo práctico con lo moral, la efectividad con el empatía. Ya no alcanza maximizar las ganancias de los accionistas. Como Sociedad Global, plagada de recursos mal repartidos, de expertos silenciados y de soluciones disruptivas, debemos entrar de lleno en un proceso de adaptación y reinvención de las dinámicas productivas y las fuerzas de un mercado más sensible con el triple impacto; económico, sí. Pero también social y ambiental.

“A través del espejo”: caos, fractalidad y mundos posibles

Lanier también repite constantemente el mantra de que “la web debe ser para los humanos, NO para la singularidad”. Tenemos que recuperar el rumbo de este inminente desarrollo: las máquinas y los algoritmos al servicio de la Humanidad. Y evitar el escenario más apocalíptico de una Singularidad elefantiásica, una elite de millonarios homo deus, y una población restante sin rumbo y obsoleta.

 

La creatividad según AlphaGO

Lo que más me sorprendió fue que AlphaGo nos mostró que algunos movimientos –tradicionalmente considerados por los humanos como creativos- en realidad eran movimientos convencionales. Creo que esto traerá un nuevo paradigma al Go.

 

Lee Sedol

Otra enseñanza adquirida con la experiencia de AlphaGo, en especial el match legendario entre la “máquina” y Lee Sedol (**), es que el algoritmo diseñado para jugar el juego –un algoritmo bastante básico y sencillo según los creadores- manifestó creatividad y estrategias inesperadas que cambiarían para siempre la forma de jugar este milenario pasatiempo. Según Lee, el “Michael Jordan” indiscutido del Go -quien atravesó por un tremendo duelo seguido de humilde aceptación y por último entusiasmo expectante tras haber sido vencido sin mucho aprieto por el algoritmo- los humanos podremos aprender mucho de la interacción con AI, y disfrutar haciéndolo. Sus inesperadas ocurrencias e innovadoras maneras de contemplar el desafío y proceder acorde, son el indicador de que, si bien aún estamos lejos, la posibilidad de una verdadera inteligencia artificial está cada vez más cerca de ser un hecho.

No hace falta ser muy astuto para suponer que esta revelación traerá cambios paradigmáticos en muchos otros campos del entendimiento humano. Se pueden contrastar estos “vaticinios” con la convicción de Lanier de que NO existe verdadera “inteligencia artificial”, que son algoritmos y nada más, herramientas diseñadas y controladas por desarrolladores con sesgos y limitaciones, como cualquiera. De hecho, los mismos desarrolladores de AlphaGO admiten que sus algoritmos son “simples”.

Naturaleza cuántica: ¿pueden los qubits hablar?

Esta aparente paradoja (supongo que nos resulta una incógnita por el nivel de ignorancia que la Humanidad aún maneja en estos temas) me recuerda a una de las verdades “reveladas” por la teoría del Caos: cambios mínimos en las condiciones iniciales suelen desembocar en resultados completamente distantes en el largo plazo.

(*) Documental “AlphaGo”: https://www.youtube.com/watch?v=WXuK6gekU1Y

(**) Lee Sedol es un jugador profesional del Go oriundo de Corea del Sur. Hasta la fecha salió 18 veces campeón mundial.

 

 

* Nicolás Gadda Thompson. Consultor en Sustentabilidad. Facilitador de mesas de diálogo. Explorador. Surfista.