OPINIóN
Inteligencia Artificial

Naturaleza cuántica: ¿pueden los qubits hablar?

¿Podemos inferir el significado de las palabras a partir del significado oracional, esto es, su contexto próximo? La solución la encontramos en la teoría cuántica.

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La cuarta revolución y la cuántica. | wordpress

El mundo erudito ha despertado nuevamente al carácter escrito de la palabra que privilegia la consignación de la palabra en el “espacio”, extendiendo la potencialidad del lenguaje casi ilimitadamente. En la escritura vive la palabra hablada, el “ambiente natural del lenguaje”. En este sentido la escritura nunca puede prescindir de la oralidad como sostiene Ong (1982).

Por contraste con el habla natural (oral), la escritura es completamente artificial, no surge del inconsciente, es como sostenía Platón, una tecnología externa y ajena. De todos modos, afirmar que la escritura es “artificial” no significa condenarla. De hecho, posee un valor inestimable esencial para las aptitudes humanas interiores. Esta “tecnología” imprime transformaciones al interior de la conciencia. Además, de acuerdo con Ong, aunque paradójico, lo “artificial es natural para los seres humanos”.

Ahora bien, ¿es posible considerar escritura cualquier manifestación semiótica, esto es, cualquier “marca visible” que un individuo hace y a la cual le atribuye un significado?  O ¿adquiere significado solo para quien la produce?

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El lenguaje y los estados cuánticos: superposición de giros, simultaneidad y puertas lógicas

Estas marcas “codificadas” visibles que integran las palabras de manera total, pensadas en un sentido global de escritura, pueden producir estructuras y referencias sutiles puesto que es posible trasladarla posibilitando otras formas de articulaciones de una manera más trascendental que exacerba toda su complejidad, a otro sistema codificable. Digamos sistemas de escrituras híbridos que proporcionan una especie de “mapa” donde las palabras no son objetos inertes, inmóviles, si no que se transforman en “un instrumento con poder mágico” Goody (1968) que propicia y alimenta un matiz exquisito que proporciona una nueva forma de composición.

Pero antes de situarla en un tiempo “computado abstracto” de cualquier tipo, de disponer los elementos ya no siguiendo una línea sino simultáneamente en ordenes verticales y horizontales, en ese zig-zag de los espacios cuánticos, pensemos en la sensación de infinitud de aquello que está impreso a la luz de sus intermitentes variaciones, a ese pasaje espacial de la palabra como secuencia con un nuevo orden de intensidad, una secuencia analítica al volverla virtualmente “instantánea”.

¿Podemos canalizar los principios naturales y buscar lo creado denovo que vaya más allá de las gramáticas e incluya ciertas estructuras más complejas, más allá de los recursos sintácticos convencionales? ¿Podemos en definitiva hacer hablar a los qubits? O al menos ¿“danzar con ellos”?

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Desde el punto de vista lingüístico, es preciso revisar aquellos problemas que requieren el abordaje de procedimientos que puedan “materializarse” en mecanismos convencionales que permitan anclar e identificar en primera instancia nodos conceptuales básicos. Precisiones que tendrán que ver con gramáticas más sencillas Recoger esos enunciados gramaticales comunes (adviértase la agramaticalidad del lenguaje también opera como forma de transgresión a los patrones gramaticales comunes) cuya estructura esta arraigada a nuestras actividades de comunicación cotidiana.

Entonces, ¿cómo danzar con los qubits?

En realidad, es una cuestión ligada a la idea del “significado” esto es cómo las máquinas “aprenden” el significado de las palabras. Y de hecho es muy similar a cómo los humanos aprenden palabras nuevas, es decir en el contexto de uso, o como lo propone Wittgenstein (1958) “el significado a través del uso” que va de la mano con la tradición Firthiana sobre la importancia capital del significado. Esto nos lleva a revisar el significado oracional donde toda esta constelación de palabras interactúa siguiendo reglas y convenciones.

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En un sentido computacional clásico, la pregunta es: ¿cómo deducir el significado de una oración a partir del significado de las palabras que la contiene? Sadrzadeh y Clark encontraron la respuesta en lo que se conoce como “diagrama de cuerdas” donde el significado de las palabras está contenido o representado por “cajas” y las relaciones por “cables” que transmiten estos significados.

Pero se necesita escalar a otro nivel de representación, por ende, reformular la pregunta: ¿podemos inferir el significado de las palabras a partir del significado oracional, esto es, su contexto próximo? La solución la encontramos en la teoría cuántica.

Exégesis: lo explicable y lo interpretable

Coeke y sus colaboradores (2021) sostienen que “existe una correspondencia establecida en ellos; por una parte, el significado de las palabras y los estados cuánticos y, por la otra parte, las estructuras gramaticales y las mediciones cuánticas”. Por supuesto estamos ante un nuevo paradigma de procesamiento de lenguaje (NLP) ya que es preciso parametrizar las palabras en los que conoce como “puertas” (gates). Al utilizar el aprendizaje de máquina cuántico (quantum machine learning) no solo se codifica el significado de las palabras directamente, sino que en su lugar las puertas cuánticas (quantum gates) aprenden el significado directamente desde el texto. Según Coeke aplicando este esquema (framework), una vez que los significados de las palabras y las frases son codificados como puertas cuánticas, es posible codificar el significado de la estructura gramatical en un servidor cuántico.

Por analogía con el aprendizaje de máquina clásico es posible emplearlos circuitos cuánticos en lugar de redes neuronales para aprender los patrones de los datos. Una vez que el circuito cuántico es creado a partir de la estructura oracional es preciso que sea evaluado para computar el significado oracional. Aplicar un modelo cuántico resulta efectivo ya que es la manera más “económica” (acelera el tiempo de procesamiento por oposición a una simulación en una computadora clásica) para entrelazar el significado del lenguaje y la estructura gramatical generada en el esquema de la “mecánica cuántica categorial”. De modo que sí es posible hacer “hablar a un qubit” y por qué no también “danzar con ellos”.