OPINIóN
Elecciones 2019

Parece que… no fue magia

La base del voto a Alberto Fernández se sustenta en la expectativa de recuperar un horizonte de trabajo y crecimiento para todos los ciudadanos.

Alberto Fernández
Alberto Fernández | NA

El triunfo en primera vuelta de Alberto Fernández como presidente confirma la voluntad de gran parte de la sociedad argentina de cambiar rotundamente el sentido de  las políticas que lleva a cabo el actual gobierno nacional.

La base del voto a Alberto Fernández se sustenta en la expectativa de recuperar un horizonte de trabajo y crecimiento para todos los ciudadanos.

Esta expectativa positiva que se cristalizó en el voto no podría sostenerse sin la confianza que tanto el futuro presidente como el  espacio al que representa transmiten. Y la confianza se fue ganando paso a paso.

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En el imaginario social prevalecía la idea de que esta unidad no iba a producirse porque implicaba acuerdos complejos y hechos muy contundentes, entre ellos varios renunciamientos a aspiraciones electorales de personalidades políticas muy fuertes, por ejemplo la de Cristina Fernández de Kirchner, o la de Sergio Massa como candidatos presidenciales.

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También era difícil de imaginar la inclusión en este Frente de corporaciones como los sindicatos no necesariamente en idilio con algunos de estos dirigentes políticos en los últimos tiempos.

En este marco también se pueden contabilizar como esfuerzos la participación de gobernadores y representantes de otras fuerzas, ya hace tiempo en la vereda de enfrente del peronismo como Pino Solanas o Victoria Donda.

Pero a pesar de estos inhibidores el Frente de Todos se concretó y se constituyó en fortaleza por su carácter plural y diverso en la unidad. La concreción de la unidad, es una de las mayores demandas de la opinión pública hacia la dirigencia política, e implica por lo tanto un muy alto nivel de satisfacción cuando se logra llevar a cabo.

En la ciudadanía genera tranquilidad y certidumbre ver a la dirigencia política unirse en pos de un objetivo, en este caso 2019, para priorizar el bienestar general frente a una cruda crisis socio económica que afecta transversalmente a la sociedad.

Por otro lado, la figura del, en ese momento candidato Alberto Fernández, logró transmitir en el transcurso de la campaña aquellos rasgos de alta valoración por parte del electorado: la capacidad para gestionar, la preparación para gobernar, el tener condiciones para ser un articulador, una persona de diálogo y sentido común.

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El candidato, por su perfil, se constituyó en un puente de plata para acercar a una parte del electorado que se encontraba más distanciado a los apoyos del Frente de Todos.

Justamente el “acercar”, en este caso a una parte del electorado descontento y expuesto a la incertidumbre económica, representa a una simbología contraria a la habitual  "grieta" con la que la sociedad argentina convive y que el propio Alberto Fernández se comprometió a hacer desaparecer.

Captar a este electorado fue casi como comenzar a actuar lo que él propone como parte del “ sentido” de su gobierno. Dejar la grieta atrás.

Llegar hasta acá no parece haber sido cuestión de magia ni para el futuro presidente ni para el Frente de Todos, por el contrario parece haber sido mérito del esfuerzo y la construcción de puentes entre partes.

Sin lugar a dudas  esta es ni más ni menos la manera en la que deben continuar para garantizar la actual transición y la futura gobernabilidad.