Desde el decenio de los setentas hasta la actualidad, la Argentina viene experimentando una gigantesca fuga de capitales que impide el crecimiento del país y el mejoramiento del nivel de vida de sus habitantes ¿Porqué en nuestro país la gente tiene la manía de comprar dólares y depositarlos en bancos del exterior, en sus cajas fuertes o en el colchón, en lugar de invertir eses ahorros actividades productivas dentro del país? Por lo pronto cabe advertir que el problema es de gran importancia porque el monto de los capitales argentinos fugados supera largamente los 300 mil millones de dólares, es decir el valor de la producción neta anual de nuestro país, al tipo de cambio vigente hoy.
Las causas de la fuga son tres. La mas obvia: el público busca defenderse de la inflación. La fuerte y permanente pérdida de valor de nuestra moneda induce al público a proteger el poder adquisitivo de sus ahorros comprando dólares. La razón es muy simple: el peso pierde valor a razón de 30 o 50% anual, en tanto que el dólar solamente experimenta una pérdida de valor del 2 o 3% anual. Por supuesto, otra forma de defenderse de la inflación es comprando bienes, pero entonces se pierde liquidez, una de las grandes ventajas de poseer dinero líquido.
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La gente fuga dólares por una segunda razón: nuestro país ha sufrido fuertes y frecuentes sobrevaluaciones cambiarias seguidas, por supuesto, de fuertes devaluaciones correctivas. En otras palabras, el dólar en determinados momentos de nuestra historia económica fue excesivamente barato y por lo tanto el público lo compró, especulando con una gran devaluación futura. Esa fuerte suba del precio del dólar permitió hacer pingües ganancias a las personas alertadas acerca de este fenómeno.
A su vez, las sobrevaluaciones de nuestro peso casi siempre fueron causadas por irresponsables políticas de endeudamiento externo por parte de nuestros gobiernos. El dólar se torna muy barato por la presión de la oferta artificial de divisas provenientes de la misma deuda publica externa. No en vano el monto de los capitales fugados de nuestro país es casi igual al tamaño de nuestra deuda externa.
Las fugas de capitales empezaron durante la “tablita cambiaria” del Ministro de Economía Dr. Martínez de Hoz desde fines de 1978 hasta 1981. La llamada “tablita cambiaria” sobrevaluó nuestro peso y el público aprovechó, compró dólares y los fugó. Luego volvieron a repetirse otras fuertes sobrevaluaciones cambiarias asociadas al endeudamiento externo y fuga de capitales en decenio de los noventas, durante la era de “convertibilidad” de los ministros Domingo Cavallo, Roque Fernández y otros. Y para no perder la costumbre, entre 2012 y 2019, experimentamos tres fuertes sobrevaluaciones cambiarias donde el público aprovechó para comprar dólares baratos y fugarlos, y obtener pingues ganancias, luego de fuertes devaluaciones.
Ante la secuela de grandes sobrevaluaciones cambiarias seguidas de cuantiosas fugas de capitales, y luego de grandes devaluaciones, nuestro país no creció, o creció muy poco,porque nos convertimos en un país muy peligroso para invertir masivamente en empresas exportadoras de productos elaborados. Esta falta de crecimiento y de oportunidades para inversión productiva local es la tercera concausa de la fuga de capitales.
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Desde fines del siglo XIX hasta 1945, cuando nuestro país gozó de estabilidad monetaria y cambiaria, sin fuga de capitales y alteraciones gigantescas en los tipos de cambio, y en todo caso, siempre con tipo de cambio competitivo, llegamos a gozar del quinto PBI per cápita mas alto del mundo. En aquellos tiempos llegamos a exportar el 3% de las exportaciones mundiales. Ese 3% representarían hoy unos 800 mil millones de dólares. La triste realidad es que hoy exportamos solamente por 70 mil millones, el 3 por mil, ni la décima parte que antaño.
Chile, nuestro vecino allende los Andes, a partir de mediados del decenio de 1980, a pesar de la fuerte inflación que experimentaba entonces, encontró la solución al difícil tema de la fuga de capitales, sobrevaluaciones cambiarias y devaluaciones masivas: indexó los depósitos a plazo fijo en pesos chilenos en los bancos con el índice de precios al consumidor y mantuvo un tipo de cambio real competitivo, es decir también relacionado estrechamente con el índice de precios al consumidor interno y la inflación externa. En Chile,desde mediados del decenio de los ochentas, el que fuga capitales es un tonto porque se gana mucho mas con un depósito a plazo fijo en pesos indexados en los bancos del país, que con dólares depositados en un plazo fijo en bancos del gran país del norte. En el año 2000 Chile, un país que siempre fue mas pobre que la Argentina, nos superó en el PBI per cápita y además registra una inflación del orden del 2% por año.