Cada día llegan nuevas noticias de cierres de fronteras, cuarentenas totales y aumento mundial de infectados y fallecidos. En Argentina, a la presencia del coronavirus se suma la del dengue. Nadie tiene ninguna duda que las medidas de aislamiento social, que sin duda se endurecerán en los próximos días, tendrán efectos graves sobre una economía en recesión, y que nunca arrancó en estos meses.
Pero mientras sucede todo esto, el ministro de Economía Martín Guzmán sigue adelante con la “prioridad uno” del gobierno: renegociar, garantizándole a los acreedores y al FMI que se les pagará la deuda.
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No podemos dejar de preguntarnos: ¿Cuántos respiradores se podían haber comprado con los 250 millones de dólares que Kicillof les pagó a los pulpos acreedores a fines de enero? ¿Cuántos litros de gel, elementos de limpieza, mosquiteros, se podrían haber comprado simplemente con los 42.364 millones de pesos que, solamente en febrero, se destinaron al pago de la deuda? ¿Cuánto se podría haber mejorado los hospitales, los salarios de los trabajadores de la salud y la infraestructura si simplemente se hubiera destinado a ello los 4.500 millones de dólares que se reservaron en diciembre a los pagos de deuda de estos primeros meses del año?
Son todas preguntas concretas de lo que se podía haber hecho en estos meses. Pero eso no es lo más grave. De acá en adelante siguen los vencimientos: en pesos, en dólares, con legislación local, con legislación extranjera, prácticamente semana a semana. Mientras se “renegocia”, caen vencimientos de casi 3.000 millones de dólares en abril y otros más de 3.300 en mayo.
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¿Seguir la renegociación o parar todo y dejar de pagar?
Siempre dijimos que era mentira que se podía obtener una “negociación progresista” con los acreedores privados y el FMI, donde supuestamente por cuatro años no pagaríamos nada, no nos exigirían ningún ajuste y entonces, mágicamente, la economía crecería y se recuperarían los salarios, las jubilaciones y el empleo. Nunca existió como posibilidad real. La única realidad era que nos iban a exigir cada vez más y que aún con quita nos iban a imponer un feroz ajuste.
Ahora todo eso empeora. Los acreedores han dicho explícitamente que exigen cobrar más. Ya asoman en el horizonte los peores fondos buitres, comprando bonos argentinos para exigir cobrar el 100% en tribunales extranjeros. Y el FMI, al que se lo quiere vender como que ahora es “progresista”, ha dicho en todos los lenguajes posibles que con ellos no hay quita que valga y que tendremos que pagarle el total de los 49.000 millones de dólares que les “debemos”.
¡Y en medio de todo esto, el gobierno de Alberto Fernández sigue adelante con su plan de renegociación, ahora anunciado un “megacanje” por 500.000 millones de pesos para bonos en pesos y una emisión de deuda de 30.000 millones de dólares en Nueva York para supuestamente “canjearla” con los acreedores internacionales! En este marco, es una irresponsabilidad e improvisación total. Se le siguen ofreciendo “negocios rentables” al establishment financiero internacional como si no pasara nada.
Siempre dijimos que la única salida era dejar de pagar la deuda y romper el acuerdo con el FMI. Que la famosa “renegociación” sólo termina en más ajuste y recesión. Ahora esto tiene más vigencia que nunca: en medio de la crisis mundial y la emergencia local, hay que detener inmediatamente la renegociación en curso, suspender inmediatamente los pagos y destinar todos esos recursos a salud, educación, salario, empleo y reactivación económica.