OPINIóN
Pandemia por coronavirus

¿Informar o no informar? Una batalla más a favor de la alfabetizacion sanitaria

La responsabilidad de todos los profesionales vinculados directa o indirectamente con la salud, es tratar de clarificar lo más posible el contenido de todos los datos con absoluta transparencia.

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CORONAVIRUS. Según advierten algunos informes, los síntomas podrían no ser solo la tos, fiebre, cansancio, dolor de garganta y dificultades respiratorias. | AFP

Copiosa investigación sanitaria vinculada a las decisiones de pacientes y médicos, ha demostrado la importancia de la alfabetización sanitaria para tener una buena salud pública y obtener mejores resultados en terapias y  tratamientos (1) y (2).  

La OMS ha definido la alfabetización en salud en términos de habilidades sociales y cognitivas que determinan el nivel de motivación y la capacidad de una persona para acceder, entender y utilizar la información de forma que le permita promover y mantener una buena salud. 

En virtud de ello y frente a una crisis como la presente, resultan extrañas algunas reiteradas recomendaciones de ciertos profesionales por televisión para “administrar la información médica” bajo el amparo argumental de “situación de guerra”; en 1917 un senador por el Estado de California Hiram S. Johnson, fue el primero en afirmar que: “la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”. Quienes hoy sostienen esta idea de administrar la información, parecieran creer que los servicios de contraespionaje del Coronavirus podrían utilizar la información médica divulgada para planificar mejor sus batallas.

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En 1918 durante la pandemia de la gripe española, el mundo contaba con 2000 millones de habitantes y solo un 30 % sabía leer y escribir, pudiendo quizás solo muy pocos de ellos entender el problema en su conjunto según los conocimientos disponibles en la época. Más del 90% de los 7700 millones actuales sabe leer y escribir y merced a la globalización de la información, millones de personas podrían con algún esfuerzo entender la mayor parte de la información científica relevante cuando esta les es presentada en el lenguaje apropiado.  

Es también cierto que todos estos datos pueden quizás elevar los niveles de ansiedad de la población, este motivo constituye justamente una mayor razón para no recomendar “administración” u ocultamiento de información. Recordar que poder confiar e incorporar conocimientos resulta absolutamente indispensable a cualquier política sanitaria. 

La responsabilidad de todos los profesionales vinculados directa o indirectamente con la salud, es tratar de clarificar lo más posible el contenido de todos estos datos con absoluta transparencia, clarificando lo que sabemos y aún más lo mucho que no sabemos con certeza; se deben facilitar además para quienes estén interesados, las hipótesis científicas mejor fundamentadas que se están formulando, con la subrayada salvedad de que como toda teoría científica deberemos estar atentos a múltiples y subsecuentes refutaciones.

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Como ejemplo debemos señalar que durante los primeros días de la epidemia, algunos infectólogos hicieron muchas afirmaciones sobre la base cierta del comportamiento que registró la última manifestación epidémica de un COv (MERS clado A y B ): una transmisión mayoritariamente zoonótica de dromedarios y con muy bajo contagio entre humanos (aunque algunos la negaron totalmente argumentando la necesidad de aspirar una gran cantidad de viriones para infectarse). Hasta el 2017 se reportaron algo más de 2000 casos de esa versión en 21 países, con muy alta letalidad (mayor al 30 %), y a pesar del bajo nivel de transmisión la OMS advirtió y anticipó enfáticamente su evidente riesgo para futuras epidemias.

Como hemos siempre insistido desde estudios del comportamiento (3) y (4) los sesgos de anclaje (sobreestimando los conocimientos adquiridos y poca receptividad a nueva información que pueda cuestionarlos), la  percepción selectiva (falencia en reconocer que el modo que procesamos la información pueda estar condicionado por preconceptos perceptivos) y lo que es peor la confirmación sesgada (cuando distorsionamos inconscientemente nueva información para confirmar lo que ya sabemos), afectan cognitivamente decisiones de pacientes y prestadores.

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El Covid 19 nos está demostrado una vez más estas circunstancias y la necesidad de no aferrarnos íntegramente a conocimientos biomédicos pasados; esta mutación del Corona virus “trágicamente mejorada” ha desarrollado inteligentemente una menor letalidad (su propia lucha de supervivencia), y una muy importante capacidad de transmisión desde portadores con o sin manifestaciones clínicas de la enfermedad (baja carga de viriones).  En virtud de ello, todos los importantes conocimientos sanitarios de los que se dispone, deben ser utilizados esencialmente como hipótesis posibles con disposición a ser refutadas o corregidas  frente a toda nueva información relevante.

Es absolutamente evidente que se están tomando un conjunto de decisiones correctas (cuarentenas, internaciones domiciliarias, descentralización y multiplicación de actividades de diagnóstico), en lo particular yo pondría algún énfasis mas importante en un desarrollo mayor de actividades de medicina traslacional con énfasis biológico y biotecnológico; en definitiva creemos que estas nuevas patologías (al igual que otras aun no derrotadas), requerirán de tratamientos inmunológicos  basados esencialmente en edición genética.

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Está claro que el futuro próximo requerirá y nos deparará muchas cosas diferentes al pasado más reciente. Como lo ha expresado brillantemente Metzl (5) “debemos reconocer un Nuevo locus de poder y somos nosotros mismos, ninguno va a resolver esto por nosotros y este es nuestro momento para hacerlo todos juntos”.

 


 

(1) Dewalt DA, Berkman ND, Sheridan S, Lohr KN, Pignone MP. Literacy and health outcomes: a systematic review of the literature. J Gen Intern Med. 2004;19(12):1228–1239. doi:10.1111/j.1525-1497.2004.40153.x

(2)Morgenstern, Martín A.. (2005) Economía de la salud: información, comportamientos y decisiones.Implicancias para los métodos de medición de resultados. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Buenos Aires.http://bibliotecadigital.econ.uba.ar/download/ tesis/1501-1178_MorgensternMA.pdf

(3)Morgenstern, M.A (2012) Asymmetric Information, Uncertainty, and Natural Rational Errors: A Review of Impacts on Patient’s and Physician’s decisions. SSRN: http://ssrn.com/abstract=2285174or http:// dx.doi.org/10.2139/ssrn.2285174.

(4)Morgenstern, M.A (2018) “Economía, psicología y decisiones médicas: Enfrentando una racionalidad restringida” Universidad Isalud Volumen 13 Numero 63  Julio 2018  ISSN 1850- 0668 Páginas 18-21. http://www.isalud.edu.ar/institucional/publicaciones/revista-isalud

(5) Metzl Jamie in COVID 19 Virtual Summit Singularity University. March 17th  2020

 

* Dr. Econ UBA , MBA y Bsc.- Profesor e Investigador Economía de la Salud