Conectividad. Economía de datos. Comercio electrónico. Economía colaborativa. Redes sociales. Inteligencia artificial. Futuro del trabajo. Conceptos que integran el lenguaje de nuestra vida cotidiana y que hace 20 años casi no existían. Un claro correlato: siete de las primeras diez empresas de mayor capitalización bursátil del mundo son tecnológicas; tampoco existían o bien no figuraban en ese ranking.
La era digital, considerada como la cuarta revolución industrial, ha atravesado de manera horizontal y transversal las actividades económicas, sociales y políticas a partir del desarrollo de Internet y la conectividad.
Mientras tanto, para dar respuesta y administrar los desafíos y conflictos económicos y sociales de la era digital, conservamos estructuras institucionales -jurídicas, económicas, gubernamentales- formateadas para realidades preexistentes, caracterizadas por un abordaje sectorial y compartimentalizado, que son obsoletas para gestionar procesos gestados en la innovación tecnológica que difícilmente puedan asimilarse a las mismas.
Humanización digital en tiempos de cibermuros
Es normal que así sea. Los nuevos actores digitales utilizan una materia prima que hasta hace poco no era considerada como tal: los datos. No es el transporte, el alojamiento, los contenidos o los dispositivos, sino los datos. Podríamos seguir ejemplificando. Pero a su vez, tienen un fuerte impacto en actores tradicionales de la actividad económica que -en ciertos casos- sienten amenazada su continuidad.
Los desafíos de la era digital no pueden abordarse con éxito limitándonos a forzar la adecuación de nuevos procesos a viejas reglas de juego. Experiencias recientes frente a la problemática de diversas aplicaciones y plataformas digitales, evidencian que esa respuesta es ineficaz para resolver conflictos, no redunda en beneficio de los consumidores y limita las oportunidades de innovación productiva y económica.
El futuro de la publicidad digital
Un nuevo paradigma.Los gobiernos deben construir un nuevo marco institucional para abordar los desafíos económicos y sociales de la era digital, con herramientas que permitan dar respuestas apropiadas a la digitalización, poniendo en valor las propias experiencias con una perspectiva global, admitiendo que no hay recetas dogmáticas y con la necesaria participación del conjunto de los actores de la actividad económica y social.
No se trata de gobernar “lo digital” como cuestión sectorial y con viejas herramientas institucionales, sino de rediseñar dichas herramientas para definir un nuevo marco para la vida económica y social en la era digital. Ello no sólo supone atender a los nuevos procesos y actores digitales, sino además revisar las herramientas actuales alcanzando a todos los actores económicos y sociales, abandonando un obsoleto espíritu corporativo enemigo de la innovación y promoviendo la competencia.
Alfabetización de datos, la clave del éxito profesional
Asimismo, los desafíos que plantean los nuevos actores digitales no tienen respuestas unívocas y demandan soluciones creativas construidas entre múltiples actores públicos y privados. Se impone la definición de normas y la resolución de conflictos en un marco de transparencia y participación abierta, con posiciones fundadas en evidencias y decisiones medibles.
Las “agendas digitales” y los esfuerzos de coordinación generados a partir de las mismas fueron un primer paso. Algunos países, como Australia o Dinamarca, han designado “embajadores tecnológicos” para articular sus políticas frente a los actores globales de la economía digital, llevando la problemática a una nueva dimensión. Otros han concentrado en un solo ámbito las competencias de numerosas áreas de gobierno. Son esfuerzos positivos, pero resultarán limitados.
La era digital demanda un nuevo paradigma, marcos y prácticas de gobierno de carácter intersectorial e interjurisdiccional, cuya materialización es en sí misma un desafío. Un nuevo diseño que dé lugar a la regulación colaborativa, para la elaboración de normas entre múltiples partes, integrando diversas problemáticas y enfoques.
Es necesario institucionalizar procedimientos normados, de carácter transversal y con intervención de distintas agencias de gobierno, dejando atrás instancias consultivas y de coordinación existentes para constituir procesos vinculantes y de decisión.
Ciencia de Datos con impacto social
Finalmente, los gobiernos deben asumir como imperativo ético de la era digital el empoderamiento de los consumidores como actores de los nuevos procesos económicos y sociales, no meros sujetos pasivos. Mayor transparencia en las relaciones económicas y de consumo de la economía de datos. Más transparencia en el uso de los datos en tanto materia prima de la economía digital. Privacidad y protección de datos personales deben ser parte del nuevo paradigma con eje en los derechos digitales.
Continuar asimilando nuevos desafíos a viejos esquemas, resolver conflictos formulando normas concebidas para otras realidades, conducirá a perpetuar la conflictividad, al estancamiento de la innovación productiva y económica y a la pérdida de oportunidades para diseñar el escenario económico y social del futuro.
Si asumimos la tarea de diseñar nuevas herramientas institucionales, podremos comenzar a afrontar con éxito los desafíos de la era digital y llevar adelante la transformación de los procesos económicos y sociales. Lejos del idealismo, se trata de administrar con eficacia la conflictividad que los cambios económicos y sociales desencadenados por la era digital seguirán provocando en los próximos años.
* Profesor de la Universidad de San Andrés.