A principios del siglo XX, sobre todo en Europa y Estados Unidos, luego en las Américas, las mujeres, salieron de los cánones sociales para los que habían sido educadas: trabajar en sus casas, tener hijos, “cuidar de sus familias”. Especialmente, llevadas por la necesidad de ayudar a sobrellevar procesos de guerra, pandemias, epidemias, hambrunas, hacer conocer situaciones graves en las vidas sociales de sus países (delitos contra la humanidad), quejarse sobre desigualdad o inequidad.
Muchas, para seguir sus deseos, expresar sus ideas, vocaciones o amores reales, debieron disfrazarse de hombre, firmar con seudónimos de hombres, o accionar a través de ellos para ver sus ideas al fin concretadas.
Con el tiempo todo fue cambiando y seguramente cambiara más aún.
Con la llegada de estos cambios. Cuándo aparece la gran revolución industrial, la Primera y Segunda Guerra Mundial, donde millones de mujeres tomaron trabajos o actividades fueras de sus casas, algunas cosas preocupaban: el embarazo y la menstruación, así como la higiene menstrual.
Menstruación, toallitas e impacto ambiental
En la actualidad la idea de perder días de trabajo, no poder practicar un deporte o simplemente no poder divertirse a causa del volumen de una menstruación o del dolor que puede causar, suena a cuento antiguo.
Todo este padecimiento llevó a una gran inventiva de elementos para colocación en la vulva y vagina para el gerenciamiento menstrual más apropiado, los dolores y otro tanto para evitar el embarazo.
Entonces, se pasó del uso de tisanas que impedían la menstruación, el dolor, o provocaban incluso el aborto, hasta el amplio abanico de posibilidades que se presentan hoy día: medicamentos anticonceptivos, utilizar el condón como barrera (el más antiguo) y luego hormonales como las pastillas, parches, inyecciones, anillos vaginales, implantes subcutáneos y mecánicos: dispositivo intrauterino (el DIU), o el Sistema liberador de hormonas intrauterino (SIU).
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Ambos, el gerenciamiento menstrual y los anticonceptivos, daban más libertad a las mujeres en cuento a higiene, y programar su fertilidad acorde a sus trabajos, características personales, comodidad, deseos, etc.
Hoy en el caso del gerenciamiento menstrual existen tampones, copitas y discos menstruales que duran más tiempo, son más cómodos y prácticos en cuanto a uso, para mujeres que desean menstruar y están todo el día fuera de su casa, o tienen ocupaciones en las que deben utilizar ropa pequeña y ajustada: bailarinas, nadadoras, patinadoras, trabajadoras sexuales, etc.
Además, la copita y el disco menstrual son amigables con el medio ambiente.
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Otras mujeres desean no menstruar y no quedar embarazadas, para ellas existen desde pastillas anticonceptivas de progesterona sola, que luego de usarlos, tomándolos diariamente no menstrúan, pero también están los llamados LARCS (Long active contraception sistems). Son sistemas de anticonceptivos que no provocan la menstruación y duran entre 3 a 5 años, actualmente hay algunos que tienen mayor duración, aun no están en Argentina.
Los LARCS son: el implante subdérmico: o “CHIP” para no menstruar, dura entre tres a cinco años, acorde al tipo de implante, las inyecciones trimestrales, que luego de la tercera aplicación por lo general ya no menstrúan.
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Otra posibilidad es el DIU con progesterona o SIU (Sistema liberador intrauterino), que dura 5 años, no menstrúan.
Todos los métodos anticonceptivos que hacen que una mujer no menstrúe, deben usarse con preservativo por las enfermedades de transmisión sexual, las cuales están en aumento.
Como vemos las mujeres, no deben perder días de trabajo, clase, diversión y menos tener dolor por la menstruación, ya que la industria farmacéutica, creo varias opciones para que esto no ocurriera, solo deben buscar el método adecuado consultando con sus médicos.