OPINIóN
Para qué

¿Qué aporta un filósofo en una nevada mortal?

A partir de El Eternauta, las redes reivindican los oficios y las escuelas técnicas como fundamentales para sobrevivir una catástrofe. ¿Qué será de los que no saben ni arreglar un enchufe? ¿Aporta algo la filosofía cuando todo se cae a pedazos?

El Eternauta
El Eternauta | Web

Desde que se estrenó el pasado 30 de abril la serie El Eternauta, las redes se llenaron de comentarios que reivindican la escuela técnica y los oficios. “Más allá del ‘nadie se salva solo’ mí conclusión es que ‘se salva el que es técnico electro mecánico' ", reza un tweet. Otro comenta: “El Eternauta es sobre cómo lamentablemente solo la gente que fue a escuela técnica está preparada para afrontar el apocalipsis”.

Alfredo "El Tano" Favalli se erige como el hombre definitivo: repara la radio, sabe de electricidad, ingenia trajes y máscaras, construye la supervivencia. Cuando el mundo se desmorona, cuando todo comienza a fallar, ¿qué mejor que tener estos conocimientos a la mano?

Ahora, ¿los que no podemos arreglar ni un enchufe? ¿Qué será de aquellos que nos formamos en las humanidades y en ciencias sociales? Un ejemplo puede ser un personaje del mismo Héctor Oesterheld, que en la serie apenas aparece, pero que seguramente veamos más en la próxima temporada: Heriberto Carlos Nepomuceno Mosca, historiador que registrará los acontecimientos para la memoria de las generaciones futuras.

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¿Y la filosofía? ¿Puede aportar algo en este escenario apocalíptico?¿De qué sirve un filósofo o una filósofa en una nevada mortal?

La filosofía es una disciplina milenaria que, más allá de su inutilidad práctica, se presenta como necesaria en tiempos de crisis"

La respuesta inmediata es que no sirve para nada, si lo pensamos solo en términos de utilidad y aplicación técnica. No será muy útil poder distinguir entre juicios sintéticos y analíticos al cortarse la luz o ni le pedirán a nadie discutir el concepto de ousía en Aristóteles cuando haya que conseguir alimento.

En un contexto así, el filósofo, por siglos acusado de inútil, parece quedar al margen de los “Tanos” de la vida. Sin ir más lejos, hoy, con un criterio similar, se reduce el financiamiento de proyectos de investigación y se recortan presupuestos en Facultades de todo el mundo en nombre de la eficiencia y la aplicabilidad. La filosofía, desde las lentes de la lógica del mercado, se presenta como un hobby interesante, pero para nada necesario. La cicuta, el veneno que dio fin a la vida de Sócrates, se ha vuelto más sutil, pero no menos letal.

Sin embargo, como afirma el Tano, “lo viejo funciona”. La filosofía es una disciplina milenaria que, más allá de su inutilidad práctica, se presenta como necesaria en tiempos de crisis. Tomando prestada la expresión de Nuccio Ordine, hay una cierta utilidad de lo inútil. Justamente, la filosofía viene a discutir la idea de que el valor depende únicamente de una utilidad técnica, medible o productiva. La filosofía, por supuesto, no va a encontrar soluciones de cómo protegernos de escarabajos mutantes, pero sí nos ayuda a reflexionar por qué resistimos, para qué seguimos y qué futuros posibles deseamos después de la catástrofe.

La única pregunta verdaderamente filosófica, dice Albert Camus, es por qué no suicidarnos, que es una forma un poco dramática de cuestionarnos por qué la vida vale la pena ser vivida"

Pero seamos más concretos y abandonemos la torre de marfil. La filosofía puede proveer distintas herramientas (para Foucault la historia de la filosofía no es más que una caja de herramientas) para atravesar una crisis. Tan solo menciono algunas.

En primer lugar, la filosofía nos provee marcos conceptuales para tomar decisiones éticas en situaciones límite de forma justa: ¿A quién priorizamos para rescatar? ¿Cómo repartimos los recursos que escasean? ¿Soy responsable del otro? ¿Cómo articulo mi libertad individual con el bien común? En el 2020, por ejemplo, varios filósofos colaboraron en un protocolo de triaje durante la pandemia de COVID-19 (Revista de Bioética y Derecho, 2020).

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En segundo lugar, la filosofía ha cumplido la tarea desde antaño de desarmar los mitos que se imponen en una sociedad. Hoy esos mitos se traducen en fake news y discursos de odio, que suelen proliferar por todas partes en tiempos de crisis. Basta recordar la pandemia, donde florecieron teorías falsas que negaban la existencia del virus y emergieron con fuerza los antivacunas.

Un pensamiento crítico despierto es fundamental para desactivar estas narrativas. La filosofía nos ayuda a juzgar por nosotros mismos lo que se nos presenta en la vida cotidiana, a elaborar una propia posición y argumentar a favor de ésta, a comprender la postura del otro y, en definitiva, a vivir en un mundo más racional.

La filosofía no va aresponder cómo protegernos de escarabajos mutantes, pero sí nos ayuda a reflexionar por qué resistimos y qué futuros posibles deseamos después de la catástrofe"

En tercer lugar, nos ayuda a construir un sentido. La filosofía no arregla motores, pero medita sobre lo que motoriza nuestra existencia. Un personaje del cómic afirma hacia el final: “Lo que importa es la supervivencia del espíritu”. No daré más contexto para no spoilear. Pero la idea es clara: no alcanza con la mera supervivencia, hay que reflexionar porqué buscamos sobrevivir. Eso, más que nada, es lo que nos permite continuar. La única pregunta verdaderamente filosófica, dice Albert Camus, es por qué no suicidarnos, que es una forma un poco dramática de cuestionarnos por qué la vida vale la pena ser vivida.

Por último, la filosofía ofrece herramientas para pensar alternativas sobre el futuro. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué mundo queremos después de la catástrofe? Con la crisis sobre nuestras cabezas, la filosofía cuestiona la “normalidad” que llevó a ese estado y piensa futuros posibles.

La filosofía nos entrena en algo decisivo: pensar más allá de lo inmediato.Y en ese sentido, no hace falta una invasión alienígena para vivir constantemente en alerta"

Por ejemplo, durante la pandemia varios filósofos y filósofas debatieron acerca del futuro porvenir: Judith Butler sostenía que era la oportunidad para repensar las estructuras sociales que produjeron una desigualdad sistémica y construir un mundo más equitativo, Zizek profetizaba que el virus implicaba “un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista”, mientras que Byung Chul Han pronosticaba que, lejos de terminar con el sistema capitalista, la crisis sanitaria exacerbará el modelo y lo reforzará con la combinación de la expansión del sistema de vigilancia digital chino.

Pero fundamentalmente la filosofía nos entrena en algo decisivo: pensar más allá de lo inmediato.Y en ese sentido, no hace falta una invasión alienígena para vivir constantemente en alerta.

En un tiempo donde todo debe ser ya, donde no hay tiempo para nada y la reflexión no puede durar más de noventa segundos, filosofar es resistir. Es preguntarnos por el bien o mal de nuestras acciones, por el modelo que queremos como sociedad, por aquellas “verdades” que se nos imponen como indudables, por el sentido de nuestro obrar.

Es cierto, son preguntas que pueden parecer inútiles en la urgencia, pero como dice Nietzsche, “aquél que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo".

* Autor de “Resistir la cicuta. La ‘utilidad’ de la filosofía en el siglo XXI”