William Shakespeare dice en Enrique IV: “Caballeros, el tiempo de la vida es muy breve… Si vivimos, vivimos para pisotear a los reyes”. Tal vez Vitalik Buterin el creador Ethereum, sin proponérselo está cumpliendo esa máxima.
En su reciente visita a nuestro país este emprendedor ha sido recibido como una estrella. Se ha reunido con autoridades de la actividad pública y privada. En sus declaraciones se ha tratado de escudriñar los secretos de cómo y qué es lo que se encuentra detrás del éxito de las valoraciones que tienen hoy el surgimiento de las denominadas monedas virtuales. Todos hemos intentado entender el fenómeno que nos sólo se explica por razones meramente económicas. Sino por una filosofía que subyace en todas las ideas que tienen como común denominador el deseo, la avaricia, el éxito y el riego de la apuesta. Pisotear al rey hoy significa escabullirse de los dicterios de los estados, de la regulación y del control. Creo que Vitalik lo entiende perfectamente.
Desde hace siglos si hubo un elemento de valor regulado, controlado e intervenido por los estados, cualquiera sea su formación, momento histórico o color político ha sido el papel moneda. En particular en el siglo XX el control por la emisión, la paridad con el oro y circulación del dinero ha sido una de las razones constitucionales del estado y la columna vertebral de las políticas públicas en la materia.
Las criptomonedas serán el lugar de la democratización de las finanzas
El mundo moderno ha sido siempre entendido y estudiado sistemáticamente por medio de las denominadas sustancias materiales, así la física, la química, la biología, han tratado de explicar el orden de la naturaleza. El descubrir sus leyes y funcionamiento ha sido el fundamento de la racionalidad y de la aplicación de ese conocimiento por la ciencia.
La virtualidad en su sentido más amplio ha contribuido a la difusión de ideas, relaciones y conocimientos como nunca antes visto en la historia. Si bien la creación de un valor transaccional virtual (monedas virtuales) circulan desde hace varios años, su irrupción en los últimos años era lo que faltaba para completar un esquema de escape a los valores consolidados.
Observamos aún sus resultados preliminares, la variabilidad de su significado y el valor en estas formas de transacción, su consolidación en el próximo tiempo significará la aceptación o no de forma verdaderamente masiva como elemento de confianza en las transacciones comerciales globales.
Hoy la promesa de una tierra de oro en inversión casi garantizada, en el mundo financiero asociado a la tecnología subyace la destrucción de un mundo en donde las reglas tradicionales de la política económica sucumben al fenómeno de la criptomonedas. En materia de avance tecnológico la disrupción de esos valores y estándares, es una de las características principales a la hora de concebir y mucho más difícil aceptar un cambio.
La tecnología actual destruye la tecnología de ayer. Hace varios años el economista Joseph Schumpeter denominó “destrucción creativa” al proceso de crecimiento económico y técnico en donde las nuevas empresas atraen nuevos negocios a las obsoletas y los recursos que antes se destinaban a un sector cambian de mano. Haciendo ya sea en uno y otro caso que queden antiguos o desaparezcan. A veces a este proceso se le opone las instituciones, que con el objeto de preservar el status quo tiene a detener, o impedir en algunos casos el proceso de evolución. Las instituciones juegan un rol central en este mecanismo de evolución tal cual lo plantean los autores Daron Acemoglu y James Robinson en su libro “Por qué fracasan las naciones”.
En su tesis plantean que los movimiento de proceso y avance de las sociedades están asociadas a esta destrucción creativa, dicen que solo podrán avanzar si no quedan bloqueados por quienes perderán sus interés económicos de antaño o por los perdedores políticos que verán erosionar su poder.
Es decir y siguiendo ese argumento, tanto las empresas como los poderes políticos serán los principales factores de resistencia a este cambio en las finanzas. Con el advenimiento de Internet en términos generales, pero en particular de las redes sociales, la multiplicidad de dispositivo, la ubicuidad de redes y su capacidad cada vez mayor de trasmitir datos; y derivado de todo ello, la imposibilidad de control de los contendidos que circulan por las mismas y la inoperancia de las leyes, han sido en las últimas décadas la herramienta de corrosión de los estándares del poder consolidado.
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Hemos asistido, a la destrucción (creativa) de plataformas de distribución de música y películas. De libros y aulas. De dispositivo digitales. De canales de noticias y de poderoso medios de comunicación. La forma de vender y comprar ya ha sido modificada. Hemos vivido la adopción por parte de las escuelas, de docentes, así también de las universidades y sus directivos, de una o dos generaciones el reconvenir su manera de enseñar. Pasó lo mismo del otro lado de la pantalla, alumnos, ha asistido a una nueva forma de estudiar, de leer de relacionarse.
Si hemos vivimos todo esto, qué nos hace pensar que no ocurrirá algo similar con el estándar tradicional de las transacciones comerciales. Poniendo en boca de Gilles Deleuze diría que los sistemas en redes, sus relaciones y convergencias han convertido el mundo es mucho más que un “ser” a un mundo de “entre”. La moneda virtual se escapa de las normas y de las leyes, la creación, circulación, adquisición, compra o venta ya sea para comerciar o simplemente como inversión o ahorro, se ha metido en la competencia con las monedas tradicionales. Y como en todo se deberán vérselas cara a cara en breve. Ansío ver el resultado final.
* Raúl Martínez Fazzalari. Prof. Titular Derecho Nuevas Tecnologías. Uces.