A mediados de marzo de 1812, José de San Martín hizo su presentación ante el Estado Mayor del Ejército; ofreció sus servicios en obsequio de la justa causa de la Patria. “Las noticias extrajudiciales que se tienen de este oficial -escribe Francisco Javier de Viana al elevar su solicitud al Gobierno- lo recomiendan a ser colocado en un destino en que sus conocimientos en la carrera le faciliten ocasión de poderse emplear con la ventaja que puede producir su instrucción.”
Apenas había transcurrido una semana desde que San Martín llegara a Buenos Aires, proveniente de Europa en la fragata George Canning. El día 16, el Triunvirato le otorgó el nombramiento de Teniente Coronel y le encomendó la formación de un cuerpo de caballería disciplinado con tácticas europeas, especialmente francesas.
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“El Gobierno Superior Provisional; atendiendo a los méritos y servicios de Don José de San Martín, y a sus relevantes conocimientos militares, ha venido en conferirle el empleo efectivo de Teniente Coronel de caballería, con el sueldo de tal, desde esta fecha, y Comandante del Escuadrón de Granaderos a caballo que ha de organizarse, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden. Dado en Buenos Aires, a 16 de marzo de 1812. Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea, Bernardino Rivadavia y Nicolás de Herrera, Secretario”.
La urgencia se explica, dice Vicente D. Sierra en su “Historia de la Argentina”: “País de gente de a caballo no se había podido organizar el arma de caballería de acuerdo con las exigencias técnicas de la guerra, por falta de oficiales que la conocieran. San Martín, con una alta especialización en esa arma, fue considerado como una oportunidad harto feliz.”
La fecha de este decreto, 16 de marzo de 1812, es la considerada como la de creación del Regimiento. Con la misma fecha se confirió empleo de Capitán a José Zapiola y al día siguiente al Sargento Mayor de Caballería Carlos María de Alvear.
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La modalidad de la época ante la creación de una fuerza militar era que cada jefe propusiera una lista de sus colaboradores inmediatos y de oficiales conocidos o recomendados. El Gobierno por su lado, ordenaba que algunos cuadros y soldados instruidos fueran extraídos de cuerpos veteranos. El jefe podía además seleccionar sus tropas de los depósitos de levas. Igualmente se le autorizaba a realizar reclutamientos en el interior del país, para lo cual se les franqueaba salvoconductos para los gobernadores provinciales, los que recibían instrucciones de facilitar y colaborar con la incorporación de reclutas. Así se cursaron oficios a los tenientes gobernadores de Corrientes, Córdoba, San Luis, Catamarca y La Rioja.
La organización, disciplina, instrucción, vestuario y equipo del personal (de oficiales a soldados), corría por cuenta del jefe del regimiento. El Gobierno se limitaba a expedir los decretos de creación y de autorización para la entrega de los elementos solicitados.
El plan de organización del primer Escuadrón de Granaderos a Caballo presentado por el teniente coronel San Martín fue aprobado por decreto el 21 de marzo de 1812. Para la concreción del mismo, expuso en detalle al Gobierno la necesidad de formar un cuerpo modelo, donde la calidad humana de sus integrantes, fuera más importante que la cantidad. De tal manera que dotándolo de un espíritu, fuera el núcleo de un ejército disciplinado y moderno, capaz de combatir con éxito contra las veteranas fuerzas realistas. Se encargó de todo, hasta de diseñar los uniformes.
Esta organización fue lenta, el 7 de abril de 1812 el escuadrón contaba con un Capitán, dos Sargentos, dos Cabos, un Trompeta y un soldado. La selección de los hombres fue minuciosa y la efectuaba personalmente su jefe. Durante el mes de abril se incorporan los primeros oficiales quienes serían instruidos por San Martín en las tácticas y manejo del sable; ellos fueron: capitán Pedro Zoilo Vergara; teniente Agustín Murillo; subteniente Mariano Necochea, teniente Justo Bermúdez, el subteniente Hipólito Bouchard, el portaestandarte Manuel Hidalgo y el ayudante mayor Francisco Luzuriaga. Ya en la revista de mayo realizada el día 8 y pasada por Comisario General de Guerra don Victorino de la Fuente, el resumen de tropas totales era de 50 hombres; 10 oficiales, 5 Sargentos, 1 Trompeta, 3 Cabos y 31 Granaderos.
Podemos contar entre el personal de tropa a 14 soldados pertenecientes al extinguido Regimiento de Patricios (indultados luego de su participación en el llamado “Motín de las Trenzas”) como también algunos miembros del Ejército Auxiliar de Chile acantonado en Buenos Aires, quiénes pidieron la baja a su fuerza para incorporarse a las huestes de San Martín.
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Bajo una disciplina austera que templaba la energía individual, forjó San Martín a soldado por soldado, oficial por oficial. Apasionándolos por el deber y les inoculó ese fanatismo frío del coraje que se considera invencible, y es el secreto para vencer según escribiera Bartolomé Mitre. El cuartel de la Ranchería, primero; y poco después el del Retiro, dieron albergue al valor y al denuedo de esos hombres que iniciaron el glorioso camino granadero un día como hoy hace 210 años.
* Roberto Colimodio. Historiador. Escritor.