OPINIóN
Elecciones 2023

Sin dólares, no hay dolarización

En un clima de acefalía presidencial, el país está acorralado entre un populismo de izquierda pro chino y un populismo de derecha y rasgos mesiánicos. Se ignora hacia dónde nos llevará el voto castigo de los votantes que se abstuvieron en las PASO. Esperemos que ese látigo no nos golpee el lomo.

Javier Milei para nota de Nazareno Etchepare
Javier Milei. | Martín Sáenz

El clima post elecciones primarias comenzó enrarecido, con saqueos en el interior del país, especialmente en provincias gestionadas por la oposición, y algunos episodios en el conturbado bonaerense. ¿Se trataba de un mensaje? ¿A quién o quiénes estaba dirigido? A estos últimos se sumaron rumores, ruido político y mucha desinformación que pareciera ir preparando un terreno lleno de zozobra camino a la entrega de mando a fin de año. 

Mientras tanto el Presidente Alberto Fernández, en lo que podemos interpretar como un abandono anticipado del poder, afirmó “Básicamente no hablo porque no soy candidato”.  

Este clima de acefalía se complementa con candidatos que tienen padrinos políticos que significan un obstáculo para lograr sus objetivos electorales. En efecto, Cristina Fernández ha sido hasta ahora, una mochila para Sergio Massa que no puede innovar o mostrar algo de sentido común sin pagar el precio de la crítica del kirchnerismo duro. 

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Mauricio Macri, luego de pulverizar a Horacio Rodríguez Larreta, le ha soltado la mano a Patricia Bullrich, que juega su papel de diva, y quitando visibilidad a la candidata de la oposición; todo ello al tiempo que da confusos guiños a Javier Milei. ¿Será que Cristina y Mauricio prefieren que sus candidatos pierdan para luego ellos retomar la centralidad política en un futuro cercano?

 

Sin dólares, no hay dolarización

El resultado obtenido por Javier Milei en estas elecciones primarias, el supuesto candidato “pro mercado”, al que los mercados no le creen; todavía no puede cosechar los beneficios de los comicios. 

En efecto, no se trata solamente de las ideas que profesa, muchas veces controversiales y con una evidente carencia de plan económico. La extravagancia de las medidas que plantea, sumado a la inexistencia de un equipo para conformar gobierno, genera desconfianza y preocupación en los actores internacionales; que no ven en este populista de derecha, garantía de estabilidad política.

El voto castigo y los errores del pasado

El experimento del empresario Eduardo Eurnekian y otros colegas cercanos ha tomado vida propia, ocupa el lugar que antaño era de Sergio Massa; y ahora podría ser gobierno con todos los riesgos que ello conlleva.

En tiempos de inestabilidad económica y social, y especialmente en los días previos a los saqueos, fue el propio Javier Milei quien agitaba la célebre frase “Que se vayan todos”, y que en el pasado afirmaba que cuanto peor, mejor para sus planes políticos. 

Es claro pues que este mensaje fue demoledor a los oídos de los actores internacionales. En este contexto, los funcionarios del FMI recibieron la promesa de un ajuste muy superior al que ellos esperan de nuestro país, con recortes que no funcionan ni en los papeles; al tiempo que se habla de una dolarización de imposible implementación. 

Un ministro con la economía en llamas

Sumemos que disparates como la libre portación de armas, el comercio de órganos y de menores son parte de un compendio de locuras que componen la supuesta visión de país de este personaje. El populismo de “Las fuerzas del cielo” que este referente lidera nos recuerda al gobierno de Cristina Fernández cuando aquella decía “Hay que temer a Dios y un poco a mí”.

Dos candidatos, el mismo grupo

Sergio Massa afirmó que de ser electo convocará a "radicales y peronistas que hoy están en el PRO" para su gabinete y que el acercamiento entre Macri y Milei es "una falta de respeto" a los votantes de Juntos por el Cambio. 

El ministro del 113% de inflación y el dólar en $750 sabe que necesita recuperar los votos de su base electoral, y de paso quitar al fantasma de Cristina Fernández de su camino. Hoy el país se encuentra acorralado entre un populismo de izquierda pro chino y un populismo de derecha y rasgos mesiánicos. 

Sumemos a una oposición sin rumbo claro y un liderazgo bicéfalo; donde Patricia entendió que debe quitarse de encima a Mauricio Macri para que su candidatura prospere. Sin plan, con un electorado dividido, enojado y con voto castigo; el país se prepara para otro fracaso.

En estas elecciones PASO 2023 votó el 69% del padrón, en el 2015 lo hizo el 72,37%, y en el 2019 asistió un 76,4%. En la general de esos años concurrió un 81% en ambos casos. En consecuencia se puede interpretar que en la actualidad no se puede anticipar un resultado, ya que las diferencias son mínimas; es decir falta tiempo y hay muchos votos que pueden dar un giro a esta historio. Recordemos que la diferencia entre el primero y el segundo es de apenas 1,86%, y del primero con el tercero es de 2,58%. 

Está demostrado que el voto castigo en el pasado cercano ha sido un látigo que mal utilizado nos dio en el propio lomo. Llegó el momento en que la mesura debe primar entre los votantes, pues equivocarnos nos puede llevar a dar un salto al vacío; y colocarnos en un lugar en el que no podamos tener retorno.