OPINIóN
ACTITUD DIPLOMÁTICA

Una visita con señales a su propio país y a América Latina

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Boric. El presidente más joven del mundo ya se posiciona como un nuevo líder latinoamericano. | Presidencia

La llegada de Boric a Argentina no fue sorpresiva. Tal como sucede cada vez que un nuevo presidente asume en el país vecino, su primer viaje de Estado es a Argentina. Sin embargo, el contexto internacional, las relaciones bilaterales entre los dos países y también la situación interna en Chile marcaron las 48 horas que Gabriel Boric estuvo en territorio local. Por eso, su visita estuvo llena de simbolismos que nos dan la pauta de su futuro como presidente y los desafíos que ya está enfrentando.

En primer lugar, Boric llegó a Argentina mientras que la guerra en Ucrania protagoniza todos los debates en materia internacional. En este punto, y en una ronda de prensa, el presidente fue categórico: Chile condena abierta y contundentemente tanto a Putin, a quien considera un autócrata, como la invasión rusa a Ucrania. En este sentido, esto marca una diferencia con su par argentino, quien se mostró mucho más dubitativo a la hora de condenar los sucesos en Europa y, de hecho, le manifestó a Putin que Argentina podría ser una puerta de entrada de Rusia a la región. Los mensajes de Boric en materia internacional y su rechazo a todos los autoritarismos, independientemente de su ideología, no deberían sorprendernos ya que el joven presidente trasandino se prepara para ser el abanderado de una “nueva izquierda latinoamericana” que, más allá de los clivajes ideológicos, defiende la democracia y el respeto a los derechos humanos de forma irrestricta, según manifestó.

Asimismo, Boric arribó a Argentina después de ciertas declaraciones que podrían haber generado tensión entre ambos países, debido a que desde su gobierno utilizaron conceptos como “Wallmapu”, que es el nombre que grupos mapuches asignan para denominar el territorio que reivindican como propio y que no solo comprende parte de Chile sino también de Argentina. Si bien esto podría haber sido interpretado como una intromisión en la soberanía de nuestro país, la visita sirvió para aclarar el asunto sin que el problema escalara a nivel diplomático.

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Por último, aunque no en importancia, la visita de Boric a Argentina también sirvió para enviar mensajes a la clase política chilena en un momento en el que el presidente, aun tres semanas después de asumir, tiene que lidiar con una ciudadanía fragmentada entre quienes le demandan decisiones contundentes y otra parte de la sociedad, que le tiene miedo. Pero además, enfrenta un escenario que puede convertirse en un gran problema para su gestión: el futuro de la nueva Constitución, que si bien está en proceso de redacción, la ciudadanía deberá decidir si está de acuerdo con su texto en un plebiscito de salida que será el 4 de septiembre. Sin embargo, el mismo día que el presidente aterrizó en Ezeiza, la principal encuestadora trasandina difundió un resultado complejo: las posibilidades de que en dicho plebiscito gane la opción de rechazo a la nueva Constitución va encabezando las encuestas por primera vez desde que se sondea. Por eso, su presencia en Argentina fue utilizada por el presidente no solo para posicionarse como el líder de una nueva opción progresista en la región sino también como un izquierdista moderado que conmemora en la ESMA a los desaparecidos de la última dictadura militar en Argentina mientras que se reúne con empresarios para darles tranquilidad sobre el curso económico durante su gestión y, de esta manera, transmitir el mensaje de que la ciudadanía chilena no tiene nada que temer y que la nueva Constitución no va a vulnerar ningún derecho individual.

A menos de un mes de haber asumido el cargo, el presidente más joven del mundo ya se posiciona como un nuevo líder latinoamericano. Quedará esperar cómo enfrentará los desafíos que se le presentan en el interior de su propio país.

*Lic. en Ciencias Políticas. Investigadora del Centro de Estudios Internacionales (CEI-UCA).