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Marco Enríquez-Ominami enumeró las razones por las que es un "groupie" de Alberto Fernández

El político y cineasta reconoció que es un gran admirador del presidente electo y negó ser su asesor.

Marco Enríquez-Ominami, en la entrevista con Jorge Fontevcchia.
Marco Enríquez-Ominami, en la entrevista con Jorge Fontevcchia. | Marcelo Aballay

El político y cineasta chileno Marco Enríquez-Ominami es una de las principales caras de la oposición progresista en Chile. Cercano a Alberto Fernández, Enríquez-Ominami le concedió una entrevista Jorge Fontevecchia para el ciclo Periodismo Puro, que se emite por Net TV. En este tramo de la nota, el político trasandino se refiere a su admiración hacia el Presidente electo de la Argentina y explica los motivos. 

—¿Cómo nació tu vínculo con Alberto Fernández? ¿Cómo es tu relación actual con él?

—Voy a usar las palabras del presidente: somos grandes amigos. Además, soy un gran admirador suyo. Puede parecer una obviedad, alguien puede decir que es natural decir eso de alguien recién electo. No es mi caso: soy gran admirador de Alberto, del presidente electo. Pero gran gran admirador. Probablemente sea el político más completo que yo conozca. Y como dicen los españoles: “Vaya que conozco a algunos líderes”. Y este me parece por lejos el más completo. ¿Por qué creo en él? Ama la política, la defiende, la entiende como lo que es: construcción de puentes, tiene algo de pontífice. No en el sentido papal. Pero comprende algo, un verbo que está muy mal visto por las terceras fuerzas electorales que irrumpen siempre contra esto: la articulación. Las terceras fuerzas exitosas, como la mía, la de Sergio Massa, lo fue Pablo Iglesias, tienen algo en común, todos nos parecemos en algo: anteponemos identidad. Pero Fernández es más completo porque entiende la necesidad de responsabilidad y la ética de la convicción. Además, tiene cierta originalidad: es un tipo que ama escribir, y no está claro que los presidentes escriban, de puño y letra, libros o artículos. Encarna una promesa de cambio sustantiva. Lo conocí en 2009 en mi primera candidatura. Una candidatura identitaria por seguir la definición precedente.

—¿Cuando visitaste el país y te reuniste con Cristina Kirchner?

—En 2009 yo era un candidato con el 2% de los votos. Y Alberto Fernández me quería entrevistar igualmente. Desde ese momento vine mucho a la Argentina, también como director de televisión y de cine. Lo veía temprano de mañana en la televisión en el hotel en que me encontraba. Y me magnetizaba.

—Cuando era jefe de Gabinete...

—Así es. Luego vino a Chile y me dijo que me quería hacer una entrevista para televisión. Se presenta y en el mismo momento le dije que ya lo conocía, que era un gran admirador suyo desde 2003, 2004. Recuerdo que Alberto se quedó impactado. Le expliqué el porqué, más o menos lo que te acabo de decir, y agregué: “Eras el número dos al lado de Kirchner, y veía la energía que tenías, la prudencia, la actitud corporal, la convicción, la preparación”. El lenguaje me importa mucho en política y en la vida. Pero en política aún más.

—Vos estudiaste Filosofía.

—Sí, soy titulado. Igual que tú.

—Un posgrado.

—Para hacerlo simple, desde el primer encuentro, en cada viaje mantuvimos un diálogo riquísimo sobre Argentina, sobre Chile, sobre América Latina. Tenemos una gran amistad, es un gran compañero. Espero que podamos seguir avanzando, especialmente en lo continental.

—Vos fuiste uno de los pocos que lo acompañaron en su gira internacional. ¿Qué papel jugás en esa área en el equipo de Alberto Fernández?

—Es difícil de aclarar. No soy asesor de Alberto Fernández. Soy su amigo. Y soy, si se me permite el término, una suerte de fan, groupie, admirador. Lo acompañé por múltiples razones, por amistad. También porque creamos juntos el Grupo de Puebla, que busca conjugar dos verbos para el progresismo: pensar y articular. Aparece nuevamente la palabra “articular”.

—¿Cómo se constituye el Grupo de Puebla?

—El presidente Fernández da una explicación que es correcta. Es la de él, pero la hago mía; conversando los dos, en esos encuentros en Argentina o en Chile, en algún momento apareció la inquietud.

—¿Con qué frecuencia se daban esos encuentros?

—Mucha. Parece un interrogatorio policial (se ríe).

—¿Mucha frecuencia qué significa en este caso?

—No sé. Mucha.

—¿Seis, siete veces por año?

—Mucho más.

—Alberto Fernández debe ser la persona con que la que más contacto tuviste en la Argentina por lejos.

—Por lejos. Es algo que reconocí más de una vez públicamente.

—Vos tenés admiración por Alberto. ¿Cómo explicarías el vínculo suyo con vos?

—Cabría preguntárselo al futuro presidente de la República, un presidente de ese tamaño. No a mí.

—Contame del Grupo de Puebla. ¿Cómo surge?

—Cuando el hoy presidente Fernández era jefe de Gabinete, construyó relaciones muy importantes, muy intensas, con líderes de otros países. Allí acuerdan un espacio de conversación para resolver conflictos que tienen que ver con problemas políticos.

—¿Es una respuesta al Grupo de Lima?

—No. Es algo mucho más ambicioso que eso.

—No es muy conocido en Argentina ese espacio. Por lo tanto, me parece importante definir cuál es el fin del Grupo de Puebla.

—Voy por partes. Creamos el grupo porque nos pareció importante que líderes muy importantes, ex presidentes, futuros presidentes, ex cancilleres, legisladores, ministros progresistas pudieran pensar y articular. Así, con domicilio: progresistas. No somos ecuménicos. La definición es progresistas para la acción y en la reflexión. Ambos, tú y yo, estudiamos filosofía. Y es evidente que la izquierda tiene poca comodidad con la duda, no le gusta la duda. Donde hay pobreza es muy difícil pensar en otras cosas. El derecho a detenerse y a dudar es poco propicio a la izquierda, la izquierda es la ética a la convicción

Aquí, la entrevista completa.