Hace tres décadas el odontólogo Ricardo Barreda pasó a la historia como el autor de un de los crímenes más atroces y de mayor repercusión pública luego de masacrar a tiros a sus dos hijas, su esposa y su suegra en una vivienda de La Plata.
Si bien el femicida fallecido a los 83 años se arrepintió de los hechos con posterioridad, también brindó declaraciones escalofriantes, al afirmar en varias oportunidades que "volvería a actuar de la misma manera": "Eran ellas o yo", solía argumentar el asesino.
El 15 de noviembre de 1992 tuvieron lugar los brutales acontecimientos de los que terminaron siendo víctimas fatales las hijas del odontólogo, Adriana y Cecilia, su esposa, Gladys McDonald y su suegra, Elena Arreche, quienes convivían en la ciudad de La Plata.
"Fue una cosa que se me fue haciendo carne. Porque estaba la cosa dada que era, o ellas o yo. Solo viviendo ahí se podía entender", había afirmado Barreda sobre el presunto calvario familiar que habría desatado los trágicos sucesos. Según su versión, en varias ocasiones las mujeres lo trataban de "conchita" (sic) cada vez que le hablaban y que tenía que ocuparse de menesteres en la casa.
"Sentí liberación", advirtió el agresor en una entrevista
"Lo ignoraba, directamente", comentó Barreda sobre su reacción cuando lo llamaban así, y también aseguró sentir "toda la presencia satánica" a su alrededor. El femicida explicó que "siempre creí en Dios" e incluso en otra entrevista sostuvo que su situación parecía "irreal, todo lo que estoy viviendo. Es una cosa que es como que uno está inmerso en algo que nunca pensó que le podía llegar a pasar".
"Estoy arrepentido", llegó a reconocer pero aclaró: "Pero en el momento que fue, y en las circunstancias como fueron y como se fueron dando escalonadamente, creo que actuaría de la misma manera. Sentí liberación", aseguró Barreda en una entrevista televisiva en 1995 al rememorar el cuádruple crimen, antes de que la Justicia lo condenara a prisión perpetua.
La turbulenta secuencia del homicidio múltiple
El domingo 15 de noviembre de 1992, Barrera masacró a tiros a su mujer, a su suegra y a sus dos hijas en la casona de dos plantas en la que ubicada en la calle 48, entre 11 y 12, del centro de La Plata.
De acuerdo con su propio testimonio, ese día le dijo a su esposa, Gladys McDonald, que iba a limpiar las telarañas del techo y ella le contestó con desprecio.
Al abrir el depósito para buscar los elementos, Barreda tomó una escopeta Víctor Sarrasqueta, calibre 16,5, que le había regalado su suegra tiempo atrás, fue hasta la cocina donde estaba su mujer y su hija, Adriana, de 24 años, y disparó contra ambas.
Al oír los estruendos, su suegra Elena Arreche, de 86 años, bajó las escaleras y fue acribillada, y finalmente Barreda cerró la masacre con su otra hija, Cecilia, de 26 años.
Barreda, condenado a perpetua y "liberado"
En 1995, lo condenaron a reclusión perpetua y estuvo 11 años preso en la Unidad 9 de La Plata hasta que, en 2007, y por su presunta buena conducta obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria.
En 2011, la Sala I de la Cámara Penal platense le concedió la libertad condicional al odontólogo, quien dijo que "se hizo justicia". A partir de entonces, el odontólogo continuó viviendo con su novia en el barrio porteño de Belgrano. "La mayor pena que sobrellevará en su vida es saber que fue el autor de la muerte de quienes más quería", expuso su abogado Eduardo Gutiérrez, quien por otra parte afirmó que era necesario entender los crímenes en "el contexto de lo que se vivía en ese hogar, donde había una patología que involucraba a toda la familia".
El mensaje en la tumba de Barreda: "Arrepentido de mis pecados cometidos"
Desde entonces se fue a vivir con una nueva pareja, la docente Berta "Pochi" André, a su departamento del barrio porteño de Belgrano.
Allí vivió hasta 2014, cuando la Justicia consideró que la relación con Berta se había vuelto "peligrosa" y el odontólogo volvió a la prisión, al penal de Olmos.
A fines de 2015, la Sala I de la Cámara de Apelaciones le otorgó una vez más la libertad condicional y se mudó a Tigre. En mayo de 2016, la Justicia consideró cumplida su condena y el famoso femicida recuperó su libertad.
Falleció en un geriátrico a los 83 años y recién en sus últimos años admitió públicamente su arrepentimiento por el cuádruple crimen.
CA / ED