Fueron 33 días de expectativa, incógnitas y misterios. El secuestro de Leonardo Bergara, de 37 años, despertó todo eso. Su liberación, mucho más. Con policías detenidos, otros prófugos y el llamativo dato de que la casa donde fue hallado pertenece a un agente de la comisaría de El Pato, del partido bonaerense de Berazategui, el policial del verano no parece estar ni cerca de cerrarse. “Estamos frente a una banda mixta de policías exonerados y hay que establecer la participación de otros en actividad”, admitió el propio ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, para terminar de disipar las dudas al respecto.
El fin del cautiverio. “No quiero seguir siendo tapa de los diarios”, dijo Bergara a los periodistas que lo esperaban en la puerta de su casa apenas pasadas las 18 del sábado. Doce horas antes, cerca de las seis de la mañana, un llamado anónimo al 911 advirtió que había un “hombre tirado” en la zona de El Pato. El dato fue derivado a la Jefatura Distrital de Quilmes, y desde allí directo a la comisaría de la zona. Media hora más tarde, una patrulla se presentó en el lugar, aunque de aquel cuerpo no tuvo noticias.
Apenas comenzó a despuntar el día, se detuvieron en una casa en construcción a metros del radio indicado, ubicada en el medio de la nada. El ruido de los pasos extraños advirtió al empresario que se encontraba capturado en el lugar. “Soy Bergara, ayúdenme”, gritó desesperadamente, una y otra vez. La precaria puerta de la casa estaba bloqueada con un candado. Adentro, el hombre que tuvo en vilo a la sociedad durante 33 días esperaba, sentado en una cama, con los ojos vendados y las manos atadas con cadenas.
Una vez recuperada la libertad, lo peor para él ya terminó, aunque ahora, un abanico de interrogantes nuevos se abre, y tiene que ver con la banda que cometió este cinematográfico secuestro. Uno de los albañiles que estaba construyendo la casa donde encontraron a Bergara aportó un dato clave: el propietario era el agente Jorge López, de la comisaría de El Pato, hasta el cierre de esta edición, detenido (ver nota página 4). El albañil llevaba consigo la llave de un candado, pero no coincidía con el que los oficiales intentaban abrir. “Los delincuentes rompieron el original y lo reemplazaron por uno nuevo”, fue la obvia respuesta de quienes formaron parte del operativo.
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