El mercado negro de repuestos, especialmente en el rubro llantas de aleación, está pasando por su momento de mayor rentabilidad. Una combinación de factores: la falta de controles efectivos y el desborde delictivo, por un lado, y medidas ‘macro’ relacionadas con el cepo cambiario y las trabas a las importaciones, por el otro, crean un cóctel ideal para la actividad delictiva, con niveles de ganancia inéditos.
Si bien en el sector señalan que el fenómeno afecta por igual a ruedas y autopartes, tanto nacionales como importadas, admiten que es en este último caso en donde se producen brechas más altas de reventa. “Para los ladrones es mucho más negocio una rueda importada porque es prácticamente imposible conseguirla en los comercios y por ende se la pagan hasta cinco o seis veces más que una de un auto nacional”, explican a PERFIL desde un comercio de Warnes. “Nosotros directamente no ofrecemos esas llantas porque no se puede tener un stock tan variado –agregan– mientras que si quisiéramos importar una línea puntual, no existe ninguna certeza de la demora que puede tener en llegar”. Desde otra distribuidora de autopartes importadas coinciden: “Hoy está todo aún más trabado que cuando estaban las LNA (Licencias No Automáticas)”. “No hay nada claro. Puede ser que salga la autorización en pocos días o en meses”. El problema es que “perdimos credibilidad como compradores ante los fabricantes y proveedores de otros países. Nadie te espera con la mercadería”.