Mientras los jueces del Tribunal Oral N° 1 de San Isidro intentan dilucidar la cadena de encubrimientos en torno al asesinato de María Marta García Belsunce, la ronda de indagatorias del juicio oral y público se destaca por las curiosidades protagonizadas por testigos e imputados:
Brad Pitt, conocidos y amigos. En su declaración, el jefe de los vigiladores del country y aseguró que no conocía a la masajista Beatriz Michelini. Nadie lo creyó, entonces la presidenta del tribunal le dijo: "Nadie dice que tiene que tener una amistad. Yo a Brad Pitt lo conozco porque lo veo en el cine. ¿Usted a la masajista la conocía?".
Encuentro inoportuno entre dos testigos. El jefe de los vigiladores, Claudio Maciel, que terminaba de dar una extensa declaración, fue visto frente al juzgado hablando con Eduardo Vera, uno de los custodios del country que esperaba para testimoniar.
Los descubrió la defensa de Guillermo Bártoli, cuñado de María Marta, lo que derivó en un llamado de atención a la Policía, que debe controlar que los testigos no tengan contacto con personas que puedan influir en sus dichos.
Reto a los jueces. Eduardo Zancolli es un traumatólogo que vivía en el country y al que Irene Hurtig recurrió aquella tarde en busca de ayuda médica.
Hoy, en la audiencia, dijo que su hija le aviso de inmediato del pedido de Irene pero él no estaba en el country y por eso la llamo a las 1916 para recomendarle pedir una ambulancia.
Sin embargo, el médico no pudo ahondar en detalles: afirmó "ya lo dije antes" y le recomendó con solvencia a jueces y fiscales que "se remitieran a la indagatoria (sic)" de la instrucción.
El tribunal intentó que entendiera que debía decirlo allí, ante el estrado, porque -le dijo la jueza para simplificar las cosas- "nosotros no sabemos lo que declaró". El médico entonces espetó: "Ah, yo pensé que habían leído el expediente".
Los olvidos. La defensa Guillermo Bártoli intentaba demostrar la "amnesia" de la testigo Catalina Vargas para ciertos hechos. La mujer recordaba que su tarea era cocinar y que ese día tuvo que hacer esa comida con "palitos".
"Brochettes", la ayudó la jueza. Entonces el abogado Alejandro Novak le preguntó si le podía explicar cómo se hacía.
"Se ponía un pedacito de cebolla, un pedacito de carne, otro de morrón...", explicó como si estuviera en el canal Gourmet.
EL hombre del traje azul. Uno de los vigiladores, Eduardo Vera, fue difícil de localizar para traerlo a declarar. El abogado Roberto Ribas le preguntó donde trabajaba actualmente.
"En una sastrería -dijo-; es más, usted me estaba por comprar un saco azul. Se lo hice especial, recuerdo". La respuesta desató la risa de jueces y letrados.
"Encima no debe haber sido fácil de ubicar después porque el doctor (Ribas) tiene un físico particular", apuntó el juez Alberto Ortolani.
"Sí, porque es largo", agregó el testigo. Más tarde, la defensa de Bártoli planteó sospechas sobre este conocimiento previo entre ambos, pero el hombre dijo que nadie lo había instruido a declarar.
"Al doctor (Ribas) lo conocía del juicio anterior porque era el abogado de Nicolás Pachelo. Además sé que es hincha de San Lorenzo", memoró.
Confesiones de una cita. Eduardo Vera fue quien atendió a Beatriz Michelini en la puerta y el llamado de Irene Hurtig a la guardia pidiendo una ambulancia.
La polémica estaba en torno a cuánto esperó Michelini y si la masajista aun estaba ahí cuando ocurrió el llamado.
Primero dijo que sí, una revelación para la Fiscalía, pero lo relativizó ante consultas de la defensa de Bártoli.
"¿Estaba o no ahí?", le preguntó un juez y el testigo trató de caer simpático: "Que tema, no?".
Momentos antes, el testigo había dicho que no sabía a qué hora se había retirado del country: ese día, reveló, no fue a dormir a su casa porque su mujer y sus hijos estaban en Corrientes. "Ese día fui para Pilar: teníauna cita", dijo.
Fuente: DyN.