Los nombres de John Hurtig, Horacio García Belsunce (h.) y Guillermo Bártoli figuraban en el registro de visitas de Carlos Carrascosa, una suerte de celebridad que tiene la Unidad Penitenciaria Nº 41 de Campana, un penal de régimen semiabierto con una corta historia (fue inaugurado en febrero de 2006).
Pero desde este jueves a las 19.30, cuando bajaron esposados de un camión celular de la Policía Bonaerense, los tres familiares de María Marta García Belsunce pasaron a formar parte de la población carcelaria, al igual que el médico Juan Gauvry Gordon, otro de los condenados por el encubrimiento del crimen.
Los cuatro nuevos internos fueron alojados en una misma celda del pabellón seis, un sector reservado para internos evangelistas que alberga a más de treinta presos condenados o procesados por robo y homicidio, y lejos de Carrascosa, quien actualmente se encuentra en el pabellón diez.
Si bien el calabozo tiene capacidad para seis detenidos, Bártoli, Hurtig, García Belsunce y Gauvry Gordon pasaron sus primeras dos noches sin extraños. Por seguridad, y para evitar alguna sorpresa, el jueves durmieron con la puerta de la celda cerrada. Sin embargo, el Servicio Penitenciario cambió ayer la medida para que puedan acceder al patio interno, un espacio en común que tiene el pabellón.
En la primera entrevista que mantuvieron con las autoridades de la unidad, los cuatro se mostraron dispuestos a participar en las actividades del penal. “Bártoli y Hurtig se ofrecieron a hacer cualquier cosa. Incluso uno de ellos dijo que si había que cavar un pozo lo hacía sin problema”, cuenta a PERFIL un guardia penitenciario, durante la recorrida que ayer realizó este diario.
Horacio, por su parte, contó que es coach ontológico y que estaría dispuesto a asistir a cualquier interno que necesite esta clase de terapia, mientras Gauvry Gordon pidió sumarse a la enfermería.
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