Las consecuencias psíquicas en niños, víctimas directas o indirectas, son bastante desoladoras. Problemas físicos, emocionales, cognitivos, de conducta, son los que encontramos como alteraciones en el sueño y alimentación, retraso en habilidades motoras, retraso en el crecimiento, ansiedad, ira, depresión, baja autoestima, afectación en el rendimiento escolar, déficits en habilidades sociales, agresividad, déficit de atención, consumo de drogas, entre otros.
Cuando ocurre un femicidio, todos estos efectos se acentúan, sumados a la situación traumática, teniendo en cuenta que muchas veces las hijas/os están presentes en el momento del asesinato. Trastorno de estrés postraumático, acompañado del duelo, sentimientos de abandono y depresión son las consecuencias que sufren. Por todo esto es fundamental que las familias busquen acompañamiento profesional para decir la verdad sobre la muerte de su madre. La mentira siempre es peor.
Asimismo, cuando una mujer es asesinada víctima de femicidio, son los familiares quienes se hacen cargo de los menores, pero si no hay familiares y por diferentes circunstancias es necesaria la institucionalización, esos niños van a sufrir, además de todos los efectos que venían padeciendo, las consecuencias de la institucionalización. Pierden, muchas veces, su casa, sus amistades, su escuela, su lugar de pertenecía.
Duele saber que, desde la infancia, pasen por todas estas circunstancias de maltrato, privación, traumas y, por último, falta de referentes afectivos.
*Coordinadora del Area Psicosocial de La Casa del Encuentro.