POLICIA
negocios sucios, aprietes y camaras ocultas

Mandarina, el jefe policial que delató a Los Monos pero protegía a otra banda

Luis Quevertoque, subjefe de la ex Brigada de Judiciales de Rosario está preso, acusado de ser socio de un criminal que heredó a la narcobanda. Tenía varios caballos de carrera.

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Detectives. El subcomisario Quevertoque (izq.), el inspector Lotito (en la foto con una gorra) y el juez Vienna, impulsores de la causa que llevó a prisión a Los Monos. | cedoc

La Brigada de la Agrupación Judiciales de la Unidad Regional II de Rosario fue disuelta hace poco más de cinco años, después de una increíble secuela de escándalos protagonizada por sus policías más destacados: el comisario inspector Cristian "Carancho" Romero –jefe de la división–, el subcomisario Luis Quevertoque (48) –segundo en la estructura de mando– y el inspector Ariel Lotito (53), coordinador de la repartición. De los tres, el único que está preso es Quevertoque, básicamente porque la Justicia descubrió que tenía bienes en sociedad con Esteban Lindor Alvarado (40), el capo narco que más creció después de la caída en desgracia de Los Monos, la narcobanda más famosa del país.

Mandarina, el seudónimo con el que se identifica Quevertoque en sus dos cuentas de Facebook, fue detenido la semana pasada. Está acusado por todos estos delitos:  "Asociación ilícita; omisión de promover la persecución y represión de delincuentes e incumplimiento de los deberes de funcionario público". Su caída coincidió con la de otros dos policías: Cristian "Chamuyo" Di Franco (43) y Javier Makath (41), también acusados de brindar protección e impunidad a Alvarado.

Para los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, encargados de la investigación, los policías “llevaron a cabo ilícitos tendientes a brindar impunidad a los crímenes violentos ejecutados por los integrantes de la organización de Alvarado”. En la audiencia imputativa que duró 16 horas, y a la que tuvo acceso PERFIL, los funcionarios entendieron que estos tres efectivos omitieron “investigar los delitos cometidos por el imputado" (N. de R.: por Esteban Lindor Alvarado) y simularon “operativos policiales para incorporar información falsa a las investigaciones”.

Sobre el rol de Quevertoque, señalaron que “formó parte del grupo de personas que con sus aportes permitieron construir un permiso estatal contrario a la ley para beneficio del jefe de la asociación”. Entre las pruebas, valoraron que “tuvo a su nombre y compartió con otros miembros la propiedad de caballos de carrera, los cuales al día de la fecha siguen corriendo en diversas competencias”.

Intereses. La causa que investiga a esta organización plantea un interrogante más que preocupante y que podría dar un giro a una de las causas más emblemáticas de la Justicia rosarina: ¿es posible que la investigación inicial contra Los Monos se anule si se comprueba que esta división operó a favor de otro grupo criminal?

Los efectivos que formaron parte de esta brigada son los que recolectaron las evidencias en la causa que llevó a la cárcel a los principales miembros de la banda del clan Cantero.

Ahora entra todo en duda porque Quevertoque trabajaba para Alvarado, algo que se decía y ahora quedó demostrado. La división a la que pertenecía es la que descabeza a Los Monos y me imagino que los abogados ya estarán trabajando para reducir las penas, porque claramente trabajaron a favor de Alvarado”, dice a PERFIL Carlos del Frade, investigador del crimen organizado en Santa Fe y diputado provincial.

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Lotito, el coordinador de la desaparecida división, aparece en varias fotografías junto al cuestionado juez penal Juan Carlos Vienna, el que intervino en el inicio de la investigación. Vienna es un funcionario de estrecho vínculo con otro narco pesado: Luis Paz, padre del Fantasma, el enemigo n° 1 de Los Monos, y a quien le atribuyen el crimen del Pájaro Cantero, que derivó en una guerra sin cuartel que bañó de sangre Rosario entre los años 2013 y 2014.

Los nombres de estos policías aparecen mucho antes de que Alvarado pasara a convertirse en el narco más buscado de la ciudad. Ya en 2006 había una investigación interna en curso que no avanzó básicamente por cuestiones políticas.

En abril de 2014, Ramón Ezequiel Machuca, más conocido como Monchi Cantero, fue entrevistado por el periodista Rolando Graña. El capo de Los Monos llevaba diez meses prófugo y era el hombre más buscado del país. No solo cargó contra el juez Vienna, sino que mostró un video en el que supuestamente aparecía Quevertoque y otro policía recibiendo dinero de un narco en una camioneta oficial.

El jefe policial negó la acusación, aunque Walter Jure (40), un traficante que recibió dos condenas –una a cinco años por formar parte de Los Monos y otra a doce por traficar 100 kilos de cocaína–, aseguró que él fue quien entregó la plata y ordenó que filmaran el pago. La difusión del video provocó una crisis descomunal. Romero y Quevertoque –jefe y subjefe de la repartición– presentaron un escrito en la fiscalía de Jorge Baclini, aclarando que no eran ellos los que aparecían en la cámara oculta. Además, convocaron a una conferencia de prensa que terminó en un escándalo descomunal cuando uno de los periodistas recogió una riñonera que alguien había dejado en una silla y se la entregó a Lotito. No era un olvido. La escena estaba siendo filmada. Formaba parte de una estrategia que buscaba bajarle el tono a la prueba que había presentado el líder de Los Monos. “Vieron qué fácil es inventar un video y enchastrar a alguien”, dijo Lotito después de recibir el bolso. Los periodistas se escandalizaron y hasta el Sindicato de Prensa repudió la maniobra.  

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La Brigada que integraba Quevertoque también fue duramente cuestionada por otros policías. Como el comisario Gustavo “Gula” Pereyra, que declaró en el juicio contra Los Monos y habló de “cajas negras” y planteó que trabajaban para emisores del gobierno de la provincia que querían “recaudar dinero de la droga”.

Sergio Blanche, otro jefe policial, habló en la misma línea: dijo que Romero, Lotito y Quervetoque le ofrecieron un negocio de entrega de dinero a cambio de no involucrarlo en la investigación.

En junio de 2018, después de que los principales miembros de Los Monos fueron condenados, hubo una serie de ataques a tiros contra los domicilios de los principales actores en la investigación preliminar. Entre los blancos elegidos estaban el juez Vienna, y los policías Lotito y Quevertoque, una clara señal de la enemistad manifiesta entre acusados y acusadores. Cinco años después, con la brigada disuelta y Los Monos en clara retirada, otra historia empieza a contarse.

Chuchino Alvarado, el patrón de todos los males

¿Quién es Esteban Lindor Alvarado? Saltó a la fama delictiva el año pasado, cuando el financista Lucio Maldonado apareció asesinado en una casaquinta que estaba a nombre de sus hijos y con un cartel que decía “con la mafia no se jode”.  

Hasta que su nombre se hizo público siempre cultivó el bajo perfil. En la ciudad de Rosario tenía fama de intocable. Si bien aparecía mencionado en varias investigaciones, nunca habían podido probar su autoría.

No se trataba de un perejil ni mucho menos. Hasta 2016 Chuchino había estado preso en la cárcel de Urdapilleta, acusado de formar parte de una banda que robaba autos en la zona norte del conurbano bonaerense y los desguazaba en Rosario para comercializar sus autopartes. Lo habían condenado a siete años de prisión, pero no llegó a estar encerrado ni la mitad del tiempo de pena.

Según el dictamen de los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, Alvarado es el “jefe de una asociación ilícita que funcionó al menos del 16 de junio de 2012 al 18 de octubre de 2019”.

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Este grupo –señalan los fiscales– cuenta con personas que en el rol de integrantes y a partir de sus aportes criminales conforman dos estamentos diferenciados que la constituyen y explican en su organización y su funcionamiento operativo, y un tercer grupo de personas (por los policias) que presta colaboración para asegurar el permiso estatal que le posibilitó funcionar”.

De acuerdo con lo expuesto por los instructores de la Unidad de Gravedad Institucional de la Fiscalía Segunda Circunscripción de Rosario, Alvarado “dio instrucciones para la comisión de delitos y otros hechos ilícitos, que culminaron con los atentados contra el Centro de Justicia Penal, Tribunales Provinciales y la casa de una funcionaria del ministerio público fiscal y el homicidio de Lucio Maldonado. También secuestró a personas de su organización para que no generen problemas a otros miembros e intervino frente a personal policial responsables de la investigación judicial para que personas de la organización sorteen la persecución penal”.