Juan Carlos Cardozo (24) se sentó ante el fiscal Jorge Fitipaldi y, sin titubear, le dijo: “Yo no hice nada”. Pero el intento por despegarse de la masacre que cometió la mañana del lunes 27 de agosto fue breve: en la siguiente oración de la declaración –a la que tuvo acceso PERFIL–, “el Carnicero de Benavídez” relató en detalle cómo había asesinado a cada una de sus víctimas.
“Me levanté a la mañana y ya sabía qué tenía que hacer, porque ya había incorporado la entidad al cuerpo. Agarré dos Tramontina y maté primero a la abuela. Le tuve que dar dos o tres puñaladas porque no me entraba el cuchillo ya que tenía la campera puesta. La llevé al baño. Después saludé a la nena de seis años que se despertó por los ruidos, nos saludamos, se dio vuelta para seguir durmiendo, agarré el cable del teléfono y la ahorqué. Y la de 15 entró a traerle los remedios a la abuela y se me abalanzó. Luché con ella y le metí dos puñaladas, y me fui”.
Con sencillez y frialdad, Cardozo confesó los crímenes. El asesino, enojado porque Romina Martínez lo había dejado, descargó su furia contra los cuerpos de Nilda Ludovica Ham (76), María Florencia Martínez (15) y Marisol Martínez (6). Es decir, la abuela, la hermana y la hija de su ex. El día anterior, la mamá sustituta de Romina, Angélica Núñez, lo había echado a escobazos. La humillación aumentó su furia.
La huida del asesino fue grabada por las cámaras de la Municipalidad de Tigre. En las imágenes se lo ve corriendo en dirección a Garín. Horas más tarde, Cardozo era detenido en la casa de su hermano. Todavía llevaba el pantalón y el buzo manchados con sangre. Los rasguños y raspones producto del forcejeo con Florencia aún le ardían.
El triple homicidio ocurrió cerca de las 9 en una pequeña casa ubicada en la calle Uruguay 633, donde Nilda se recuperaba de un ACV.
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