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El arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, sufrió el robo de un maletín luego de oficiar una misa dentro de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, del barrio porteño de Palermo.
Entre los elementos robados, la víctima denunció que le sustrajeron un palio, una especie de corbata con un prendedor de oro, que le había regalado el papa Francisco.
El hecho que trascendió ayer ocurrió el jueves pasado alrededor de las 21.30 en la iglesia de Palermo, ubicada en Paraguay 3901. Según informaron fuentes policiales, luego de la ceremonia religiosa, Poli se dirigió hacia la sacristía, dejó un portafolio con distintas pertenencias y salió un momento para conversar con el párroco y otras personas que se acercaron para saludar al número uno de la Iglesia Católica argentina.
Según dijeron los voceros consultados, cuando el arzobispo regresó a la sacristía descubrió que alguien se había llevado el maletín, en el que guardaba vestimenta sacerdotal blanca, un par de anteojos y otras pertenencias entre las que se encontraba el palio regalado por el Sumo Pontífice.
La denuncia fue radicada en la comisaría 21ª, con jurisdicción en la zona, y es investigada por la Fiscalía de Instrucción en lo Correccional de Capital Federal, a cargo de Jorge Fernández.
La causa fue caratulada como “hurto”, debido a que no existió violencia para llevarse el maletín del Arzobispo de Buenos Aires.
El fiscal Fernández ya solicitó el análisis de las cámaras de seguridad instaladas en los alrededores de la iglesia, con la intención de averiguar si alguna pudo registrar la huida del ladrón con el maletín o algún otro elemento de interés para la pesquisa. En la parroquia y en la zona, frente a plaza Güemes, en las calles Salguero, Mansilla, Medrano y Paraguay, hay cámaras.
No es la primera vez que Poli es víctima de un asalto. En los últimos días de enero pasado, un grupo de delincuentes armados ingresó a la arquidiócis de Buenos Aires, ubicada al lado de la Catedral, y robó 100 mil pesos y elementos de valor (ver recuadro).
El golpe en la Catedral
El último domingo de enero de 2014, un grupo de delincuentes se mezcló entre los fieles que presenciaban la misa en la Catedral de Buenos Aires. Al finalizar la ceremonia, se escabulleron sin ser detectados por la custodia policial por una puerta lateral, atravesaron el pasillo y llegaron hasta el lugar donde descansa y trabaja el sucesor de Jorge Mario Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires. Allí, redujeron a un guardia y amenazaron con armas a cinco religiosos que se encontraban en las oficinas del primer piso.
Los ladrones sabían que uno de ellos llevaba unos 100 mil pesos. Con el dinero en su poder, y luego de revisar todos los cuartos, escaparon sin ser detenidos. Además de la plata, se “apoderaron de alcancías y otros objetos de valor”.