El consultorio médico que ocupaba el ex pediatra Ricardo Russo (56) está en la planta baja del Garrahan. Se accede por una rampa amarilla que desemboca en el Hospital de Día Oncológico. El servicio de Inmunología y Reumatología, que dirigía el pedófilo condenado a diez años de prisión, permaneció cerrado entre los días 28 y 31 de mayo pasado para preservar las evidencias y asegurar la cadena de custodia. Nadie ingresó hasta que los investigadores cortaron la faja de seguridad y se llevaron su computadora de escritorio, una prueba que resultó siendo clave a la hora de dictar sentencia. Es que en la memoria de esa máquina los peritos informáticos descubrieron al menos cien archivos ocultos de pornografía infantil y extrañas anotaciones personales de sus pacientes. Además, detectaron que el pediatra bajó un programa para descargar y compartir archivos, aunque antes del allanamiento lo eliminó.
Según se desprende del fallo, al que tuvo acceso PERFIL, la CPU de su consultorio almacenaba “100 archivos de imagen en los que se observa a una niña menor de 13 años, en actividad sexual explícita o exhibiendo sus genitales con clara connotación sexual”.
Las fotos estaban ocultas en una carpeta de música, bajo el nombre “Tom Petty and the Heartbreakers”. En esta máquina uno de los peritos señaló que hallaron “vestigios del programa Ares”, que se utiliza también para descargar y compartir archivos.
Otro dato que destaca el juez Gonzalo Rúa es que las fotos sexuales que les sacó a sus pacientes en el hospital no figuran en las historias clínicas, pese a que las anotaciones que hacía eran muy “detallistas”. Por ejemplo, en una de ellas escribió: “Pasó a quinto grado, la madre refiere problemas con las matemáticas”. En otra: “Concurre al colegio normalmente, hace gimnasia en la escuela”.
Los peritos informáticos encontraron 17.080 búsquedas con la palabra"kidcam"
Las fotos que sacó en el Garrahan fueron halladas en la memoria de una de las computadoras de su domicilio, en una misma carpeta que contenía archivos de alto contenido sexual. Estas imágenes, que supuestamente tenían fines científicos –según sus propias palabras–, no estaban en la CPU que utilizaba habitualmente en el Garrahan y a la que accedía solo él utilizando una clave personal: se las había llevado a su casa. Un horror.
Más de todo. En total, el fallo señala que el ex pediatra almacenaba un total de 999 archivos de imágenes y videos de pornografía sexual. Entre el 9 de febrero y el 21 de agosto de 2018, el médico puso a disposición de terceros 270 videos de abuso y explotación sexual infantil. También, entre el 26 de septiembre y el 12 de noviembre del mismo año sumó otros 66 videos de abuso sexual infantil.
“Además –señala el fallo–, tuvo con fines de distribución en su domicilio a la fecha del allanamiento, 22 de noviembre de 2018, en una computadora 117 imágenes y 66 videos y en la otra computadora, 378 imágenes y dos videos. Y también tuvo, tenencia simple, de material de explotación o abuso sexual infantil el 28 de mayo de 2019, 100 imágenes de ese tenor. Eso da un total de 999 archivos de contenido de abuso o explotación sexual infantil”.
Errores. Russo insistió con su inocencia hasta el mismo día en que recibió la condena a diez años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer la medicina, con el firme objetivo de sembrar dudas y contrarrestar la abrumadora cantidad de prueba acumulada en su contra. “Todo fue un error”, declaró en los tribunales, en el único contacto que hasta ahora tuvo con la prensa.
Sin embargo, fue desenmascarado mediante un minucioso trabajo realizado por cuatro peritos informáticos con probada experiencia: Juan Manuel Chouza (licenciado en criminalística, capacitado en informática forense con estudios hechos en el FBI y Homeland Security, en Chile, Paraguay y Brasil), Nicolás Montefusco (licenciado en criminalística, especialista en informática forense, con diplomatura en cibercrimen y delitos informáticos), Perciavalle (perito informático del CIJ en el área del cibercrimen, en el laboratorio de informática forense, técnico en PC y redes) y Matías Fernández Noguera (perito informático del CIJ desde hace más de tres años, que ha trabajado y ha tenido capacitaciones sobre informática forense, cursos de investigación técnica y forense en el Instituto Superior de Seguridad Pública).
Los cuatro especialistas consultados arribaron a las mismas conclusiones. Básicamente, coincidieron en que era imposible que el acusado no tuviera conocimiento de los archivos que almacenaba en sus tres computadoras. Además, detectaron que el ex pediatra utilizaba palabras claves en el programa E-Mule. Kidcam (que hace referencia a cámara y niño), por ejemplo, se repite unas 17.080 veces. “Ese número permite concluir que efectivamente Russo sabía lo que descargaba”, destacó el juez Rúa.
Sin embargo, de toda la evidencia analizada, lo que más les sorprendió a los investigadores es el contenido explícito de las imágenes y videos que el médico descargó y compartió, y que parte de ese material estaba en la computadora de escritorio que tenía en el consultorio del hospital Garrahan, donde era jefe del servicio de inmunología y reumatología. Y una eminencia.
Encerrado en Ezeiza y a la espera del traslado a Neuquén
Ricardo Russo sabía muy bien a dónde lo llevarían después de pasar por el primer control de seguridad del Complejo Penitenciario de Ezeiza. Cuando se ingresa por primera vez a una cárcel, lo más común es que el interno sufra una fuerte crisis. No fue este el caso porque el ex pediatra conocía los secretos del penal: entre junio y agosto pasó 99 días detenido antes de ser juzgado por los delitos de “producción, tenencia y distribución de pornografía infantil”.
Russo reingresó al penal el mismo día que lo condenaron: el miércoles 6 de noviembre pasado. Ya lleva diez días encerrado. Si no se modifica la condena a diez años de cárcel recién estaría en condiciones de obtener un beneficio de la libertad condicional en 2027.
Según fuentes penitenciarias, el ex pediatra probablemente sea enviado a la cárcel federal de Senillosa, ubicada a 30 kilómetros de la ciudad de Neuquén.
En esa unidad, que fue inaugurada hace cuatro años, están alojados internos condenados por delitos sexuales. Tiene celdas individuales y tres huertas agroecológicas. Allí el ex pediatra podrá realizar cursos de jardinería, electricidad, plomería, albañilería, artículos de limpieza y guitarra, uno de sus hobbies.