Alberto Kohan durante el gobierno de Menem se compró un piso en Avenida Del Libertador, otro en la Avenida Coronel Díaz y una mansión en Acasusso. Se trasladaba con su familia en autos Mercedes Benz, BMW y Land Rover, veraneaba en Punta del Este donde tiene un lujoso departamento en la exclusiva Torre Jefferson.
Invirtió en la compra de un edificio en Puerto Madero, mediante una sociedad que formó con amigos. Tampoco le faltó la sociedad uruguaya –llamada Kingston- propiedad de la familia, con la que realizaron las transacciones que permitieron sortear impuestos y valores abultados de bienes en ese país.
Los ingresos de su cargo público y del registro automotor de su esposa no le alcanzaron para comprar los siete inmuebles, diez autos, un barco, una moto de agua y un exclusivo teléfono satelital de 12.000 dólares para mantener la privacidad de sus conversaciones. Todo ello durante los años que estuvo ligado al ex presidente Carlos Menem. Y esto es lo que el propio Kohan incluyó en sus declaraciones juradas, pues no se hizo una profunda investigación para saber si hubo omisiones o activos no declarados.
Tenía un hobbie nada barato, la caza mayor, con una impresionante y costosa colección de más de 70 armas. También adquirió bonos y tenía ahorros en plazos fijo.
Kohan fue secretario de la presidencia y manejó fondos reservados por cifras cuantiosas, que debían ser destinados a seguridad e inteligencia, sobre los que no se rendía cuentas.
Su esposa Marta Franco de Kohan es titular de un Registro del Automotor, beneficio que solo reciben unos pocos políticos que están en el riñón del poder.
A pesar de todo ello, sus números no cierran, no pudo justificar su abultado patrimonio y los cuantiosos gastos. Fue necesaria la ayuda de la fiscal, devenida en defensora y la mirada distraída del tribunal oral. Así pudo lograr una imposible absolución.
Solo en el año 1998, en el segundo gobierno de Menem se compró una propiedad en Acasusso de un millón y medio de dólares y tres lujosos automóviles Mercedes Benz.
Fabiana León más que fiscal actuó como una defensora aguerrida. Desinfló el patrimonio tanto como pudo y dio validez a ingresos no justificados. Solo así le alcanzó para lograr enderezar los números. Desechó varios años de investigación, no tomó valores reales de activo, no consideró los gastos y consumos reconocidos por el imputado ni los bienes que Kohan puso a nombre de su esposa, a quien excluyó de la investigación, algo inédito hasta ahora. Por último, no requirió una pericia contable actualizada de expertos independientes y tomó como válida la declaración e informe del contador de Kohan.
Mientras los datos arrojaban montos injustificados por más de un millón de pesos/dólares, León descartó activos a su antojo, omitió considerar evidencias y dejó la cifra en menos de la décima parte.
Sin justificación, se animó a descalificar durante el juicio el trabajo de su colega, el prestigioso Fiscal Federico Delgado. Lo mismo hizo en la causa por enriquecimiento ilícito de Menem, también fustigó a su colega ausente.
Preocupa que la misma fiscal y tribunal intervendrán próximamente en los juicios de las causas Sobresueldos y Tandanor, de la misma época triste de nuestro país y con similares funcionarios involucrados.
(*) Experito de la Corte Suprema y titular de la ONG "Contadores forenses". Especial para Perfil.com.