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¿Adiós yuyodólares?

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Mientras el gobierno sigue empeñado en negar la realidad -la inflación es real-, el mundo sigue su marcha hacia la recuperación, luego de una fenomenal crisis financiera que aún muestra sus secuelas. Una mezcla de cinismo, improvisación, ignorancia y mediocridad regentea hoy el país en todos los niveles de gobierno.

Las definiciones son confusas y hasta grotescas. Por un lado, se niega la inflación y se habla de dispersión de precios, y al mismo tiempo, se le pide a los empresarios que no se aprovechen y no aumenten los precios. ¿En qué quedamos? Si los empresarios suben los precios hay inflación y si no hay inflación, ¿para qué se les reclama a los empresarios?

Lo cierto es que la suba de precios, no es la causa de la inflación sino la consecuencia. Las causas hay que encontrarlas en un gasto público desbordante, basado en subsidios, prebendas, empleo público improductivo, y en una emisión monetaria descontrolada para financiar ese gasto, solventar una demanda global que retroalimenta la suba de precios y mantener un tipo de cambio ficticio, con brutales transferencias hacia capitales golondrinas.

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De allí que no es casual sino causal, la tensión social por la puja distributiva del ingreso, en la que el gobierno tiene gran parte de responsabilidad. Con inflación, los salarios y los haberes previsionales pierden y el reclamo se hace inminente. Mientras el gobierno anuncia con bombos y platillos un haber mínimo previsional para marzo de 300 dólares, la inflación le licuó casi el diez por ciento de esa cifra. El gobierno amagó dos veces con tratar de mitigar los efectos inflacionarios sobre el salario. Primero, dijo que iba a subir el mínimo no imponible para la cuarta categoría. Luego dijo que avalaría el proyecto de ley de participación obrera en las ganancias empresarias.

Ni una cosa ni la otra. Al punto tal llega la improvisación y el cinismo que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, señaló que no era el momento de subir el mínimo no imponible. Si con 30 por ciento de inflación no es el momento de actualizar el gravamen, ¿con cuánta inflación se debiera actualizar el impuesto? La respuesta hay que buscarla en el fin del ciclo económico que no es otra cosa que el fin del modelo "K".

La recuperación de la economía de los Estados Unidos está marcando no sólo la salida de la crisis financiera internacional sino también la reversión de los flujos de capital hacia los centros financieros internacionales. Con ello, los fondos especulativos que tomaron riesgo en los mercados emergentes como Brasil, Rusia, India y China (BRIC) y en países periféricos como la Argentina, y se apalancaron en los mercados de commodities, creando una burbuja de precios, volverán a apostar nuevamente en Bonos del Tesoro de los EE.UU. y en acciones del Primer Mundo. En otros términos, el dinero sobrante de la crisis de 2008 vuelve a sus orígenes y el precio del trigo, el maíz y la soja comenzará a volver a valores normales, desinflándose la burbuja especulativa.

El precio de los alimentos en el mundo se ha convertido en un asunto de Estado. Prueba de ello es la crisis que se vive en el norte de Africa. Muy lejos de un grito de libertad y democracia, esas crisis son la consecuencia de una suba de precios de los alimentos a niveles superlativos donde a la gente se le hace difícil acceder a esos bienes básicos.

De acuerdo con informe de la Organización para la Agricultura y los Alimentos de las Naciones Unidas concluyó que el precio de estos insumos indispensables habían alcanzado sus máximos históricos.
Para la Argentina, el ciclo económico basado en la superrenta de la soja, se terminó. Sí, el "yuyo", ridiculizado por la Presidenta de la Nación, que resultó ser el sostén de un modelo de dispendio, prebendas y corporativista, vuelve a parámetros normales.

Si se intensifica esta corrección del ciclo, a estos niveles de gasto público, con menos ingreso de dólares y con una emisión monetaria descontrolada, el tipo de cambio saltará de manera ostensible. Es tiempo de correcciones, el viento de popa, se desplaza a estribor, modificando el rumbo de la nave, y luego será viento de proa, deteniendo su marcha.

El ciclo llegó a su fin y hay que cambiar el modelo. Brasil se anticipó y con un recorte de gastos -subsidios y fomentos-, de 30.000 millones de dólares, adecua su modelo a los tiempos que vienen. Lejos de enfriar la economía, Dilma Rousseff busca evitar la caída, permitiendo que el sector privado sea quien dinamice la actividad y empleo, en reemplazo del Estado. La soja dejará de ser el oro verde. Pero el gobierno ya se está preparando. ¿Qué hará el gobierno con tanta soja? Otro plan "Milanesas para todos"...

 

(*) Agencia DYN