El tironeo al que está siendo sometido el ministro de Economía, Amado Boudou está limando sus propias buenas intenciones. Otro ministro, el de Educación, Juan Carlos Tedesco habría sufrido el mismo esmerilamiento y hay quienes dicen que ha dejado su cargo en el Palacio Sarmiento agotado por las serruchadas de piso de la interna del poder.
Pero el caso del nuevo ministro es muy crítico, por la situación más que delicada de la economía y por las asignaturas que debe encarar más pronto que volando para intentar aplacar la desconfianza: recuperación productiva, control del gasto, financiamiento, restauración creíble del INDEC, etc.
En primera instancia, a Boudou le ha surgido como emblemática y frustrante la imposibilidad de cargarse a Guillermo Moreno, aunque lo cierto es que aún el funcionario no ha podido armar un equipo de colaboradores propios, mientras que la profesión en su conjunto le ha escapado, como si fuera portador de algún virus.
Los más heterodoxos porque ven en él a un egresado del CEMA y los llamados ortodoxos porque no quieren saber nada con Néstor Kirchner, su jefe directo. El único que decidió aportarle de modo informal algo de su conocimiento fue Mario Blejer, aún a riesgo de que se lo encasille en el rol de asesor que en la intimidad confiesa que no es, ni quiere ser. Para el kirchnerismo más recalcitrante en materia económica, sus declaraciones de hoy lo han vuelto a poner a Blejer entre los objetores del modelo, en el mismo momento en que asume como el número 2 formal del ministerio, Roberto Feletti quien básicamente comparte la política económica llevada adelante hasta ahora, lo que ha generado un interesante contrapunto. Aún reconociendo que ambos son hombres bien pragmáticos, es obvio que no hay ninguna concordancia entre los pensamientos de ambos.
Por una parte, el ex titular del BCRA dice que le aconsejaría a Boudou que escuche a economistas privados, que luche por mantener el superávit fiscal, pero que revise las retenciones, que baje el nivel de presión impositiva y que resuelva el tema del INDEC, mientras ha manifestado sus coincidencias, en general, con el documento que presentó la AEA, durante el fin de semana.
En el mismo, la Asociación de Empresarios ha pedido que el Estado no intervenga en la toma de decisiones de los privados, ni se meta con su rentabilidad, ya que motoriza nuevas inversiones, ni mucho menos que estrangule la libertad de los precios como eficaz asignador de incentivos y los distorsione con manipulaciones discrecionales.
Por otro lado, Feletti llega al ministerio como un hombre de Julio De Vido y apadrinado por las vertientes más nacionalistas del peronismo. La Agrupación Oesterheld ha difundido hoy algunas de sus ideas, expresadas ante la militancia hace unas semanas.
"La regulación de los mercados planteada por el gobierno nacional en el tema campo (renta) y la estatización de fondos jubilatorios (ahorro interno) es el esfuerzo más importante y profundo de las últimas tres décadas. Eso es un orgullo para los que sentimos al Estado como redistribuidor social de la Argentina", ha dicho Feletti, bien en las antípodas de las opiniones de Blejer y de la AEA y mucho más en línea con las de Moreno y Kirchner. Agua y aceite.
Con este panorama, la interna ideológica ha aflorado en toda su dimensión, con un "vade retro" preventivo de todas las voces, de los defensores y de los detractores del modelo. Y, en el medio, en momentos en que se necesita mucha enjundia para salir del atolladero, ha quedado un ministro que tiene por debajo el piso enjabonado.
(*) Agencia DYN