Mientras la tribu política le tiende puentes al peronismo, una campaña macrista en redes lo señala como el promotor de un golpe blando. Se trata de una ambivalencia que estuvo siempre presente en el relato oficial. Pero la crisis económica la potenció. Si la victimización contiene y les inyecta mística a los propios, la necesidad de aprobar el Presupuesto 2019 obliga a plantarse en el centro de la escena y negociar con la oposición.
Dentro de un oficialismo que todavía se mantiene en estado de desconcierto, también circularon críticas al formato comunicacional elegido por Mauricio Macri y supervisado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Cuestionamientos que van desde lo político a lo estrictamente formal.
Ocho horas después de que Peña desplegara su habitual optimismo a prueba de balas, Rogelio Frigerio admitió errores propios y admitió la posibilidad de algún cambio en el gabinete. El ministro del Interior a su vez negó que algún sector del peronismo estuviera detrás del derrumbe del peso. “No creo en teorías conspirativas”, rechazó.
El alcalde Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora María Eugenia Vidal se sumaron a los dirigentes cambiemistas que, al igual que Frigerio, se despegaron del discurso más hermético de Peña. Ese matiz, sin embargo, no llega a calificar como una diferencia conceptual sobre el rumbo elegido. Son mecanismos de autopreservación, mezclados con el reparto de roles que existe en el Gobierno.
“No vemos irracionalidad en la oposición. Hay buena voluntad para acordar el Presupuesto”, admite un funcionario del Ministerio del Interior. La negociación con los gobernadores peronistas está atada a un deadline: el 15 de septiembre, fecha en la que el Ejecutivo debería mandar el proyecto al Congreso.
En contraste con esa perspectiva, el Gobierno bajó una línea autoindulgente para contener a su tropa. Activó la campaña en redes #MacriYoTeBanco, de la que participaron varios funcionarios. Ese hashtag derivó en denuncias sobre un supuesto intento golpista. “Los ladrones juegan sus dólares para tumbar la República. No podrán con nosotros. No va a haber helicóptero. Los conozco. ¡Cuidado! Van a especular hasta el final”, redobló la apuesta Elisa Carrió.
Sin dar demasiadas precisiones al respecto, el planteo oficialista responsabilizaba por el derrumbe del peso a un peronismo agazapado. Omnipotente o terminado, según la ocasión, al cristinismo residual esta vez le tocó el papel de liderar un golpe de mercado. Ese discurso representa riesgo para una fuerza que, tanto en 2015 como en 2017, había logrado seducir a los que no estaban embanderados en alguno de los núcleos duros.
A diferencia de Carrió, la UCR optó por mantener el perfil bajo. Los socios minoritarios del PRO evitaron encolumnarse tras el speech macrista. “No me gustó el formato de la presentación de Macri. Faltaron argumentos”, se lamenta un dirigente radical con acceso a la Rosada.
Un especialista en redes del macrismo también objeta la breve performance televisiva que protagonizó el Presidente. Se trató de un mensaje grabado en el que Macri solo transmitió la voluntad de actualizar el acuerdo con el FMI. “Así perdemos la comunicación uno a uno. Fue como una cadena nacional de Cristina hablándole a la masa, pero por internet. No tuvo foco”, analiza.