Ni renunciar ni pedir licencia. Ese es el deseo del vicepresidente Amado Boudou mientras su defensa prepara la apelación al procesamiento dictado por el juez Ariel Lijo en la causa Ciccone. Boudou cree que Cristina Kirchner lo va a sostener en el cargo para no generar una grieta institucional en su gobierno, aun pagando un alto costo político, aseguraron en su entorno más íntimo a PERFIL.
Boudou se enteró de la decisión del magistrado por uno de sus secretarios, Eduardo “Cachi” Romano, quien lo acompañaba en Cuba. Estaba convencido de que sería procesado la próxima semana. “Sorprendió que (el juez) no escuchara los testimonios de (José María) Núñez Carmona y Guido Forcieri e igual lo procesara”, explicaron cerca de Boudou. Por ahora no tiene previsto hablar.
El vice sabía que iba a ser procesado. La sorpresa no fue el qué sino el cuándo, síntoma de la extrema tensión con el juez. Lijo aceleró su decisión en cuestión de horas. La noche del jueves, Boudou había decidido desde Cuba presentarse a declarar nuevamente. Su abogado hizo el pedido formal el viernes cerca de las 13, diciendo que el vice quería “relatar algunas cuestiones que resultarán de interés para la investigación”. Buscaba que Boudou se asegurara hablar antes del procesamiento. Fue la gota que rebalsó el vaso.
La estrategia, dictada por la Casa Rosada, es llegar con el caso a la Corte. Eso le daría tiempo hasta el final del mandato de Cristina para que se resuelva su situación.
Su abogado, Diego Pirota, acusó ayer al juez de montar una “farsa”, “prejuzgar” y redactar el fallo como un “cuento de hadas para que los medios lo puedan reproducir”. Adelantó que no recusarán al magistrado y que apelará el viernes. Pirota dijo que no sabe si Boudou insistirá con ampliar su declaración.
Ese pedido “cayó en saco roto”, opinó el abogado.
El socio y mejor amigo de Boudou, José María Núñez Carmona, representado por el abogado Ramiro Rubinska, también apelará el procesamiento que lo señala como cómplice del vice. Las defensas confían en la Cámara Federal, que ahora decidirá si confirma o deshace los procesamientos. En esa instancia, el Gobierno ha sabido tener mejores resultados.
Habanos. El jueves por la noche, Boudou estaba dispuesto a decir “lo que no dijo en la primera indagatoria”, relataron en su entorno a PERFIL. También buscaba responder a los dichos de los otros imputados. Quién aportó los fondos millonarios para levantar la quiebra de la ex Ciccone; qué funcionarios o aliados del Gobierno participaron o estaban al tanto de las tratativas; el papel de la AFIP; el rol del titular del Banco Macro, Jorge Brito; el de Raúl Moneta; el papel de la empresa Boldt –que quería quedarse con la imprenta de billetes y tiene muy buena llegada a al menos dos factores fuertes de poder: el gobernador Daniel Scioli y el Grupo Clarín–.
Esas son algunas de las cuestiones que se espera escuchar de su boca. Su versión no iba a cambiar su imputación en la causa, pero sí servía para repartir culpas. Tal vez habría podido distribuir el peso de la mochila. La expectativa de Boudou: que todo termine como en el juicio por coimas en el Senado. Procesado en la instrucción y luego en el juicio oral, que puede llegar dentro de varios años –si llega–: absuelto. Sus allegados están preocupados por el silencio de radio desde la Casa Rosada. Esperan la conferencia de prensa de mañana del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. “Pedir licencia sería reconocer que es culpable, eso no lo va a hacer. No va a dar el brazo a torcer”, graficó una fuente. Decían lo contrario cuando el procesamiento parecía lejano.
Desde la indagatoria, la jefa de Estado bajó la orden de protegerlo. Lo incluyó en las primeras filas de sus actos oficiales y no se pronunció sobre la situación judicial del vice. Pero ordenó que los kirchneristas de paladar negro salieran a defenderlo. Claro que la virulencia que tomó la causa puede cambiar las cosas. Boudou está de gira por Cuba y mañana partirá rumbo a Panamá para asistir a la asunción del presidente electo, Juan Carlos Varela. Volverá entre el martes a la noche y el miércoles.
A pesar de los gestos de las últimas semanas, seguirá cada vez más aislado de la toma de decisiones y será complicado que presida las sesiones en el Senado. Incluso, el Gobierno postergó la visita de Capitanich el miércoles a la Cámara alta. “Varios ya pidieron el juicio político. Pero a la oposición le conviene que Boudou siga dorándose a la parrilla antes que terminarlo, porque puede ser parte de su campaña electoral”, explicó una fuente. Es que, si preside una sesión en el Senado, podría quedar expuesto en forma permanente a las críticas de la oposición, y Boudou, como presidente del cuerpo, no puede tomar la palabra para responder. Para reemplazarlo está preparado el radical K Gerardo Zamora, presidente provisional del Senado. A la oposición, de todos modos, no le dan los números para avanzar en un juicio político.
El miércoles, Cristina estará en un acto con Florencio Randazzo para inaugurar la segunda tanda de vagones del Sarmiento. Luego, todavía no confirmado, partiría a Paraguay. En ese caso, Boudou quedaría a cargo del Poder Ejecutivo.