Hace poco menos de un mes Patricia Bullrich estaba llegando a grabar el programa de Mirtha Legrand en los estudios de Martínez cuando, en la puerta, se encontró con un grupo de jóvenes de unos 20 años con dos carteles con la leyenda “Bullrichmanía”. Bajó de su auto, los saludó y se sacó unas fotos con ellos. Al volver al auto, antes de entrar al estudio, le preguntó a uno de sus colaboradores más cercanos: “¿Y éstos? ¿De dónde salieron?”.
El jueves pasado, cuando iba a viajar a Santa Fe, donde tuvo un acto con sus equipos técnicos junto al radical Alfredo Cornejo, en el aeropuerto de Rosario un hombre de avanzada edad se le acercó con un cartel a saludarla y pedirle una foto. El cartel rezaba: “La Bullrichmanía”.
La sorpresa de la titular del PRO aún no pasa. Grupos espontáneos, que son más activos aún en las redes sociales, comenzaron a apoyarla cuando su figura empezó a crecer en medio de la pandemia y, sobre todo, con su voz en contra del oficialismo. Se fueron multiplicando en redes sociales (hay decenas de ellos) y aparecieron en persona en las recorridas que realiza por las provincias. Siente que se generó un movimiento de “abajo hacia arriba”.
Hoy es una de las precandidatas a la presidencia más fuertes de Juntos por el Cambio. Y está concentrada en “ir a fondo”, como suele repetir.
En la Provincia buscará cosechar en estos días de su acuerdo con el poderoso intendente de Lanús, Néstor Grindetti, con quien se sacó una foto con la camiseta 10 de Independiente, el club de ambos. En ese marco, la titular del PRO desembarcará en el municipio que conduce el precandidato a gobernador. Por estas horas se define la agenda conjunta. Podría ser un acto vinculado a la seguridad (se entregará el botón antipánico número 12 mil por parte del municipio) o una recorrida por una villa del distrito.
Con todo, para finales de año, después del Mundial, Grindetti y su equipo, con Diego Kravetz y el legislador Adrián Urreli, planean un acto de la Tercera Sección Electoral, en el sur del Conurbano, que la tenga como oradora principal. De esto hablaron el día que se sacaron la foto.
Bullrich ya tiene al senador provincial, Joaquín de la Torre, y al intendente Javier Iguacel como precandidatos. Y espera una definición de Cristian Ritondo, el jefe del bloque del PRO.
También, con la ayuda del legislador porteño e histórico colaborador, Juan Pablo Arenaza, ya sumó casi un millón de voluntarios con el objetivo de tener activistas que puedan, eventualmente, transformarse en fiscales. La titular del PRO prevé tener un sistema que le permita sostener sus boletas en lugares complejos donde el “aparato” juega.
En términos políticos seguirá lejos de Horacio Rodríguez Larreta y un sector de la UCR con un discurso más duro. “Voy a seguir diferenciándome”, asegura. Aunque cree que aún están a tiempo con el jefe de Gobierno de trazar una frontera en la competencia que no permita que se desmadre la interna. Tendrán interlocutores en el área de comunicación.
Con Mauricio Macri sigue sosteniendo un vínculo privilegiado. Pero ya cobró autonomía: su precandidatura a presidenta no dependerá de la decisión del exjefe de Estado de competir o no. Ya embarcó y no tendrá marcha atrás, afirma.
Hacia fuera del PRO, también tiene prevista una foto con la UCR bonaerense, cuya conducción está en manos de Maximiliano Abad. Y continúa con la firme idea de cerrar un acuerdo con un sector del partido, hoy quebrado por las disputas internas.
Bullrich apuesta al contacto directo y también a incrementar sus relaciones con el círculo rojo. Y utiliza distintas oficinas: la del quinto piso de Balcarce al 400 (sede del PRO), sus oficinas en Avenida de Mayo hasta un par de departamentos que le prestan amigas personales para reuniones particulares.
Su grupo más cercano de asesores la acompaña, en algunos casos, hace más de 30 años. Incluso en un par de casos sus hijos se sumaron. Con Arenaza trabajan María Oneto (exfuncionaria del área social porteña) y el joven Damián Arabia.
En otro anillo de confianza Gerardo Milman, Alberto Fohrig (jefe de los equipos técnicos) junto con Federico Pinedo (amigo personal hace cinco décadas) y la mesa política con el trío “monzoísta” con Sebastián García de Luca, Nicolás Massot y Marcelo Daletto, más la cordobesa Laura Rodríguez Machado y el santafesino Federico Angelini.
Hoy Bullrich siente que está muy bien posicionada. Pero faltan seis meses para las primarias. Y nadie gana una carrera en las vísperas. Por eso, confiesa, fiel a su perfil hiperactivo, no piensa soltar el acelerador.