POLITICA
cambios en el gobierno

Buscan desarmar la red de contactos que tejió Aníbal F. en Seguridad

Creen que se encubrieron informes internos sobre el narcotráfico. Revisan nombramientos en la Dirección de Inteligencia Criminal y la Policía Federal.

Fuerzas.  Fernández   siempre se preocupó por extender su influencia en los sectores policiales, tanto de la Federal como de la Bonaerense.
| Cedoc

La pregunta se la repiten funcionarios del Gobierno y de las áreas de inteligencia: ¿cómo fue posible que durante todos estos años no se hayan encendido alarmas en diferentes áreas del Estado que llamen la atención por el incremento del narcotráfico? Y la unión de cabos sueltos apunta, una vez más, a Aníbal Fernández.

Después de la captura de Ibar Pérez Corradi, el acusado de ser el autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez e involucrado en diversas causas por tráfico de efedrina, la mira ahora quedó puesta en la red de protección y encubrimiento de la que supuestamente gozó. Y en ese punto, se está recabando información sobre distintas personas que había logrado colocar en lugares clave el ex jefe de Gabinete, ministro de Interior y ministro de Justicia durante la década kirchnerista. Su rol no fue menor, ya que durante los primeros seis años de Gobierno tuvo bajo su comando el control de las fuerzas de seguridad.

El foco de atención hoy está puesto en dos sectores, fundamentalmente: la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, que depende del Ministerio de Seguridad, y la Policía Federal. En los dos lugares, Aníbal había logrado colocar gente de su entorno. Pero lo que desde diversos sectores todavía no consiguieron es que haya arrepentidos que se animen a relatar las acciones desarrolladas para supuestamente encubrir los hechos delictivos.

En Inteligencia Criminal, el entonces ministro del Interior había logrado colocar al frente a Verónica Fernández Zagari. Era una abogada que había iniciado su carrera judicial en Lomas de Zamora, y que Aníbal ya había puesto un año antes como subinterventora de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Se mantuvo en el cargo hasta diciembre de 2010, tiempo suficiente para haber quedado sospechada por entorpecer supuestamente el trabajo del área. La Dirección de Inteligencia Criminal es una de las tres patas del sistema nacional de inteligencia, junto a la AFI (ex SIDE) y la Dirección de Inteligencia Estratégica Militar (reporta a Defensa). Desde esa oficina ahora empiezan a surgir voces que cuentan que los informes más sensibles elaborados por los analistas eran cajoneados (¿o destruidos?) por Fernández Zagari. Cuando  la funcionaria dejó el cargo (fue rescatada por la procuradora general de la provincia de Buenos Aires, María del Carmen Falbo, también cercana a Aníbal), el ex jefe de Gabinete logró mantener a parte de su gente en la dirección, pero en segundas y terceras líneas. Su cargo fue ocupado por Sebastián Fernández Ciatti, un politólogo que Sergio Berni llevó desde el Ministerio de Desarrollo Social.

En la Federal, el nombre clave es el del comisario inspector Carlos Alejandro Ñamandú, actual jefe del Departamento de Delitos Federales. Fue escalando cargos en la fuerza de la mano de Aníbal, relación que se afianzó durante su gestión como ministro del Interior. En ese entonces, la Policía Federal dependía de esa cartera y Ñamandu era el jefe de la custodia de Fernández. Lo fue durante diez años, hasta hace dos, cuando el uniformado fue ascendido y nombrado al frente de un área clave de la fuerza de seguridad.

Ahora, la continuidad de Ñamandú pendería de un hilo con la reciente llegada de Néstor Roncaglia, el nuevo jefe de la Federal, al que el macrismo le encargó la conformación de una nueva fuerza de investigación, de incidencia nacional. Fuentes cercanas al jefe de la Federal indicaron a PERFIL que se estudian los destinos de toda la cúpula policial para poder llevar a cabo los cambios que el Ejecutivo pretende. En este esquema, quedaría afuera el hombre fuerte del ex jefe de ministros K.

Ñamandú comenzó su carrera hace treinta años y, desde entonces, tenía una llegada a los jefes que le permitió acomodarse en destinos “pisaalfombras”, es decir, áreas administrativas de la fuerza que le posibilitaron abrirse camino hacia la división de custodias, donde actuó unos veinte años y en la que conoció a Aníbal. Ñamamdú utilizó esa cercanía en “provecho propio”. Las mismas fuentes lo calificaron de “falso influyente”, como se denomina a aquellos individuos acostumbrados a traficar información y anticipar cosas que supuestamente van a pasar. Las nuevas autoridades del Ministerio de Seguridad ya acuñaron también esa frase.

En un terreno pantanoso, como es el de los servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad, los cabos van apareciendo y atándose lentamente. Lo que está cada vez más claro es que existió una red de encubrimiento del narcotráfico. Y alguien estaba detrás.