Por el crimen de José Luis Cabezas, reportero gráfico de la revista Noticias, fueron condenados a prisión nueve personas, de las cuales hoy, tras la liberación de Gregorio Ríos, sólo quedan dos tras las rejas. A pesar de su responsabilidad en el abominable asesinato a sangre fría del fotógrafo en Pinamar, la mayoría descansa cómodamente en sus casas, beneficiados por la Justicia.
Ríos, el ex jefe de la custodia de Alfredo Yabrán, fue condenado a prisión perpetua por ser el instigador del asesinato y se encontraba en prisión domiciliaria desde noviembre de 2006. Beneficiado por la ley del 2x1, hoy fue puesto en libertad condicional.
Los únicos culpables en el caso que hoy sigue en prisión son Gustavo Prellezo, el reclutador de los horneros y quien dirigió todos los detalles del secuestro y asesinato; y el ex comisario de Pinamar, Alberto Pedro "La liebre" Gómez, condenado a prisión perpetua por haber "liberado" la zona para que se cometa el crimen.
Sergio González y los horneros José Luis Auge y Horacio Anselmo Braga fueron los primeros en ser excarcelados. González, condenado a prisión perpetua por la Cámara de Apelaciones de Dolores, fue quien obligó a Cabezas a arrodillarse en la Cava, donde lo asesinaron de dos balazos en la cabeza. Fue beneficiados por la ley del 2x1 y, tras cumplir 9 años de prisión, salió en libertad en febrero de 2005. Hoy vive con su madre.
José Luis Auge hizo las veces de "campana" en el crimen, mientras que Horacio Braga actuó como el secuestrador del fotógrafo. Ambos fueron liberados en 2005, Auge en enero y Braga en abril, debido a que tenía antecedentes por tentativa de robo. Hoy viven en Los Hornos.
Sergio Camaratta salió en libertad en octubre de 2007 y fue el último efectivo de la policía bonaerense en salir en dejar la prisión. Según consta en los diarios del juicio, fue señalado por Braga como el hombre que señaló que Cabezas estaba saliendo de la fiesta de Andreani, tras la cual fue secuestrado y asesinado. Otro ex oficial en libertad es Aníbal Luna, quien dejó la prisión en agosto de 2006, a pesar de su condena a reclusión perpetua. Su rol en el crimen: le marcó a los horneros quién era Cabezas.
Uno de los horneros, Héctor Retana, murió en prisión antes de que pudiera ampararse en los beneficios legales que hoy tienen a sus cómplices en libertad, a pesar de su participación probada en el hecho.
