Estuve en el hotel de la Presidenta, es un lugar realmente encantador”, le cuenta una turista porteña a la dueña de un local de alfajores en El Calafate. “¿En cuál de los hoteles de los Kirchner estuvo?”, le contesta la dueña con una mueca que delata cierta ironía. Amores y odios genera el matrimonio presidencial, pero –a diferencia de lo que ocurre en el resto de la Argentina– en El Calafate todos les agradecen el impulso económico que convirtió a la villa en uno de los destinos turísticos más caros y exclusivos del país.
Arriba de una combi, un guía turístico señala una propiedad inmensa a orillas del lago y –por micrófono y en inglés– cuenta que es la nueva casa de Máximo Kirchner. Un empleado municipal se queja porque mientras él pelea por la adjudicación de un terreno para construir su casa, a Néstor Kirchner le dieron 38.000 metros cuadrados a sólo 7,50 pesos el metro. Los emprendimientos inmobiliarios y comerciales de la familia presidencial generan una nube de rumores y chismes que ahoga a quien visita el pueblo.
“ La gente piensa que todo es de Kirchner. Tengo miedo de despertarme un día y enterarme de que compraron todo lo que tengo”, dice el dueño de una hostería que conoce a Cristina y a Néstor.
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