El canciller Héctor Timerman pasa muchas horas twitteando y su adicción le quita espacio a algunos asuntos importantes. Esa puede ser la razón que explique por qué la Cancillería que dirige se ha convertido en la más menemista de la era kirchneirsta. Ocurre que con la reciente designación de Luis María Kreckler como secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales, a "La Casa" han vuelto los 90.
Kreckler es el flamante vicecanciller de Cristina Kirchner pero, curiosamente, se trata del mismo diplomático de carrera que en los tiempos de la pizza con champán unió al menemismo con el anticastrismo. Como embajador argentino en Panamá a principios de los 90, Kreckler hizo de celestino entre Juan Bautista Yofre, el entonces jefe de la SIDE menemista, y Jorge Mas Canosa, el líder la disidencia cubana en Miami. Esos contactos derivarían luego en la tan mentada amistad de Carlos Menem con George Bush padre.
Los tiempos han cambiando y Kreckler supo aggiornarse. Y con su reemplazo a Alfredo Chiaradía -nuevo embajador en Estados Unidos- sumado a la salida del ex vicecanciller Victorio Tacceti -flamante embajador en Alemania- ha completado un viaje sin escalas desde el menemismo hasta el kirchnerismo.
El flamante número dos del Palacio San Martín cuenta, además, con el respaldo de su hermano, Juan Carlos Kreckler, que el año pasado asumió la trascendental Dirección de Ceremonial. como lo había hecho en los 90 junto a Menem, Juan Carlos dirige esa estratégica oficina y entre sus funciones se encuentra acompañar a Cristina en todas sus misiones al exterior. Juan Carlos también guarda un pasado conflictivo: fue el embajador argentino que desde Viena calficó -también en los 90- al xenófobo austríaco Jorg Haider como un "demócrata" que no era un "neonazi ni un extremista". Esas declaraciones provocaron hace nueve años un escándalo diplomático que terminó con la remoción de Kreckler de su destino europeo.
Todavía no se sabe si volverán las relaciones carnales a la Cancillería, pero de lo que no quedan dudas es que los 90 pegaron la vuelta. De la mano del canciller twittero.
(*) Editor de Internacionales del diario Perfil