POLITICA
DEBATE

Carta abierta a la oposición

Otra Argentina es posible.

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Doy gracias a Dios. Hermanos y amigos: A uno –este padre obispo “emérito”– le llena de alegría ver que la gente esté contenta. Y, sobre todo porque ha ido creciendo, madurando en su conciencia cívica. De algo, entre otras cosas, sirvieron las Escuelas de Ciudadanía que comenzamos hace ya algunos años en las diócesis misioneras. Ya sé que todavía falta muchísimo, pero se ha dado un importante paso adelante.

La gente respira un poco más de aire, de libertad. Nos sacamos el miedo, nos sacamos ese apriete que nos tenía a todos encogidos. Pudimos ver que es posible que la gente pueda manifestarse y superar, incluso en las urnas, un proyecto hegemónico y dominante. Nuestro pueblo, “¡ñande gente!”, y doy muchas gracias a Dios por ello, demostró que tiene DIGNIDAD, que otra Misiones, otra Argentina, es posible.

Se puede decir que finalizó un período. Esto que algunos llaman la “vieja política” viene tocando retirada. Este estilo de gobiernos feudales. Que se creen dueños de todo; y que al pueblo se le puede engañar y dominar con dádivas. Un pueblo de esclavos, que depende únicamente de lo que le da el soberano –un supremo dictador–, que es “tan bueno” que le regala cosas, y hace obras públicas. Claro que, como dijo el pastor Pedro Kalmbach, de Montecarlo, la gente no come asfalto...

Hay que terminar de una vez por todas con estos métodos. Si no, caemos en lo mismo que estamos criticando. Algo se logró, pero debemos profundizarlo. No caer de nuevo en la tentación y metodología de esa vieja política. El Gobierno habla demasiado mucho de la nueva política pero, por lo menos aquí en Misiones, ellos eran la vieja política.

El problema está en que se creen los dueños de todo, y que están sólo para favorecer a parientes y amigos, y seguir llenando sus propios bolsillos.

El FUD es un buen ejemplo del principio de un cambio social. El gobernador de Misiones logró lo que nadie logró, unir a todos los misioneros en un frente común. Yo entiendo que esto no es fácil. Se logró un inicio, pero no es fácil. En adelante, debemos sobreponernos a los intereses particulares. Mientras la oposición no deje de lado las ambiciones y mezquindades personales, ese proyecto de dignidad no es posible. Hay que renunciar a algo de lo nuestro para lograr el objetivo común. Yo creo que es importante que esto se haga en un clima de diálogo tranquilo, sereno y maduro.

Hace rato que yo venía diciendo que todo esto, algún día, tendría que cambiar. Y me parece que la gente ya lo ha empezado a entender, y que le ha dicho un NO. No queremos que las cosas sigan así.
Aparte de que un Gobierno que se prolonga demasiado, y peor aún si se perpetúa, es casi seguro que se corrompa. (Cada vez tienen más mañas. Van aprendiendo a robar mejor.)

Todo esto parece que ya lo entendió nuestra gente, y dijo “¡basta!”.

Se cumplió lo que nos habíamos propuesto, que era poner un freno a tanta corrupción e impedir que un gobernante pueda perpetuarse en el poder.

Por supuesto que no está todo dicho, y que nuestra débil democracia debe seguir robusteciéndose. Pero, al menos, es un paso adelante. Y un paso importante, el que la gente se quite el miedo que nos esclaviza.

El ejercicio democrático puede ayudar a que seamos capaces de juntarnos y, maduramente, exponer nuestros puntos de vista. Sabemos que somos distintos, pero somos capaces de llegar a un mismo objetivo, terminando con las mezquindades. Que ustedes, la oposición, sean muchos, no es negativo. Lo malo será que no sean capaces de dialogar.

Mi intervención fue producto de una emergencia, pero no podemos vivir siempre en la emergencia. Un líder que logre aglutinar a toda la sociedad y a la oposición en la búsqueda del bien común –lo que llamamos la alta política– no necesariamente tiene que estar en la Iglesia. En la sociedad civil hay personas con capacidades y honestidad suficientes. Hay que buscarlas con ganas y con una convicción cierta.

Un abrazo y la bendición de su padre obispo.