“A la jueza yo le voy a decir, Gloria, que Pablo dio la orden de disparar. Que yo lo vi. Y que Pablo lo planeó con ellos. ¡Que se pudra todo de una buena vez por todas! ¡Que se vayan todos a la puta que los parió estos!”. Estas son las palabras que le transmitió Cristian “Harry” Favale, desde el penal de Ezeiza, el 22 de febrero de 2011 a Gloria Cáceres, su mujer, según consta en los expedientes judiciales a los que tuvo acceso el diario PERFIL.
Los documentos, que transcriben las escuchas realizadas por personal de inteligencia, cobran estado público por primera vez. Favale permanece preso acusado de ser el asesino de Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero que terminó sus días por una bala de plomo que lo alcanzó durante un ataque llevado a cabo por una patota de la Unión Ferroviaria (UF) el 20 de octubre de 2010.
El “Pablo” al que se refiere Favale es Pablo Díaz, también preso y sindicado como jefe de la patota homicida. Hasta el momento, las declaraciones de Favale ante la Justicia deslindaban a Díaz de responsabilidad en el hecho. Además, permanecen tras las rejas esperando el inicio del juicio José Pedraza y Juan Carlos “El Gallego” Fernández –máximos dirigentes de la UF– y otros ocho miembros de la patota.
Las escuchas son reveladoras. Ese día, ochenta obreros de los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada, conducidos por Díaz, que habían realizado ya un primer ataque a los tercerizados, aguardaban sobre las vías del ferrocarril Roca, en Barracas, la llegada de Favale.
Los manifestantes –entre los que se encontraba Ferreyra– reclamaban su incorporación a la planta permanente del ferrocarril y se estaban retirando del lugar. Varios testigos afirmaron haber visto llegar a Favale –vecino de Florencio Varela y barrabrava del club Defensa y Justicia– con un conjunto de personas de aspecto marginal y actitud violenta, que se unieron a la patota para cometer el segundo ataque, fulminante. Las escuchas dan cuenta de sus nombres y permiten reconstruir el rol jugado por el barrabrava en la manifestación.
De los diálogos, se desprende que no sólo Favale habría sido contratado por Díaz para encabezar el ataque contra los tercerizados sino que el sindicalista le habría encargado la tarea de reclutar a otros barrabravas para reprimir la protesta laboral.
El 29 de octubre de 2010, a pocos días de su entrada a Ezeiza, Cáceres le cuenta que recibió la visita de un muchacho, hijo de paraguayos, vecino de su barrio, al que Favale no logra identificar. “Un muchacho jovencito –le explica Gloria– me dio sus datos porque él se fue, viste, con ustedes a Constitución… Me dio sus datos y me dijo que si necesitan va a declarar que Pablo Díaz les pagaba a ustedes para ir allá”.
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