Juntos por el Cambio tendrá más de 100 mil personas en todo el país abocadas a las tareas de fiscalización. La mitad estará concentrada en la provincia de Buenos Aires, donde desde la conducción nacional armaron un esquema de “células” para reforzar a los municipios del Conurbano más necesitados. Con esa cantidad de gente, y con equipos casi repetidos a las últimas dos elecciones, confían pasar una elección sin sobresaltos.
“Tenemos que mantener a la gente en la trinchera, que sientan que estamos palo y palo”, explica una fuente del gobierno nacional al contar los detalles de cómo se viene preparando el programa de fiscalización. En la Provincia, los armadores aseguran tener cubiertas todas las mesas, mientras que en todo el país sostienen que tienen garantizada la cobertura del 95% de las casi 15 mil escuelas en las que se votará mañana. Cuentan con un punto a favor: en la mayoría de las provincias ya hay estructuras que fiscalizaron en las elecciones locales y ahora repetirán. Según explican, quedaron afuera algunas escuelas de pueblos muy alejados que en cantidad de mesas representan muy pocas.
El proceso, sin embargo, no fue fácil. Algunos de los dirigentes que siguen de cerca el armado de la fiscalización reconocen que en esta oportunidad les costó más sumar voluntarios, porque en 2015 el aluvión fue más fuerte. Esta vez lograron incluso superar el número de la elección anterior, pero el arranque fue más dificultoso.
"Tenemos que mantener a la gente en la trinchera, que sientan que estamos palo y palo", dijo una fuente del Gobierno
Foco. En provincia de Buenos Aires, el encargado del armado de la fiscalización es Maximiliano Sahonero, legislador porteño del equipo de María Eugenia Vidal. Y tiene coordinadores por secciones: Walter Lanaro (de Federico Salvai), en la tercera, y César Torres (de Jorge Macri) en la primera, por ejemplo. Todo el equipo, que se viene repitiendo hace cuatro años, fue coordinando con los candidatos de cada territorio para saber dónde tenían necesidades de más fiscales. Cuatro municipios estaban marcados como los más complejos: La Matanza, Lomas de Zamora, Merlo y Moreno.
En esos lugares, que están entre los más populosos de la Provincia, es donde fue necesario complementar con el equipo de voluntarios que organiza Nación, bajo la responsabilidad política de Andrés Ibarra y la coordinación de Juan Gowland. Allí, tienen un esquema de “células” que van armando de entre diez y 15 personas. Desde cada ministerio u organismo van organizando equipos y los reportan a los armadores. El G25, el grupo macrista que recluta a jóvenes empresarios para incorporarse a la política, también aporta su cuota. En 2017 llegaron a armar más de 250 células. Este año ya superaron ese número y tienen 330 equipos que representan unas 3.500 personas.
En algunos casos, cada célula se encarga de una escuela, pero en otros se ven obligados a mandar más de una por establecimiento. Además, muchos de los fiscales que se anotan como voluntarios piden poder rotar para ir a votar a sus lugares de votación y después reincorporarse.
En provincia de Buenos Aires, el encargado del armado de la fiscalización es Maximiliano Sahonero
A nivel nacional, el responsable político es el viceministro del Interior, Sebastián García de Luca. Dividieron el país en regiones y empezaron a relevar, provincia por provincia, cómo habían quedado los equipos después de las elecciones locales. “El foco de mayor atención está puesto en los grandes centros urbanos, sobre todo en aquellos donde el gobernador o intendente no es afín”, explican desde el centro de campaña del oficialismo.
Capacitaciones. Por más que la mayoría de los fiscales ya participó de elecciones anteriores, en la conducción de Juntos por el Cambio realizaron capacitaciones, tanto en en la sede de Balcarce como también por diferentes puntos del país. “No podemos perder ni un solo punto por la fiscalización”, reconocen, a sabiendas de una elección cada vez más polarizada y en las que las PASO se volvieron cruciales. Y agregan: “Del otro lado tenemos un competidor aceitado, por lo que tenemos que estar preparados”.
En las capacitaciones, el eje está puesto sobre todo en el recuento de votos y la confección del acta, el certificado y el telegrama. “Hay que estar muy atentos por ejemplo a que no te pongan un uno delante en el certificado”, describe uno de los encargados.
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“El que hace trampa está acostumbrado, por eso hay que cuidar voto por voto”, aclara. Otro de los capacitadores suele repetir en sus charlas que el momento de mayor importancia siempre coincide con el de mayor cansancio, por eso hace hincapié en la necesidad de no distraerse hasta que se guardan las actas y se envían los telegramas.
La Escuela de Dirigentes del oficialismo tiene armada una presentación que utilizan en las capacitaciones y después distribuyen. Allí, describen tres momentos clave y los “tips”: la apertura (ponen el eje en chequear que si se ausenta la autoridad de mesa que su reemplazante no sea un fiscal), el momento del sufragio (controlar que no falten boletas) y el cierre (“el momento más importante”).
Y dejan en claro uno de los requisitos para ser fiscal: “Saber leer y escribir”.