Mucha seguridad y pocas nueces. Ese podría ser el lema actual de Ciccone Calcográfica, la empresa que quedó en el centro de la polémica por sus supuestos vínculos con Amado Boudou. Desde que los nuevos dueños se hicieron cargo de la empresa, en junio último, la fábrica está totalmente parada. Los empleados van, pero por ahora no tienen proyectos a los cuales dedicarse.
PERFIL visitó la planta que la firma tiene en la localidad bonaerense de Don Torcuato, sobre la colectora de la Panamericana. La imagen es la de un predio con poco movimiento, pero con una fuerte presencia de seguridad. No se ve activa, pero el lugar parece preparado para ponerse en marcha en cualquier momento.
De hecho, desde que Alejandro Vandenbroele, el supuesto testaferro de Boudou, sacó a la firma de la quiebra, los empleados recibieron la promesa de que los motores se iban a poner en marcha. Primero les dijeron que luego de las elecciones; después, que en enero. Los contratos que se esperaban eran dos: la realización de billetes de cien pesos (operación que el Banco Central ya aprobó) y de las chapas de las patentes. Por ahora, no obstante, nada suena en la fábrica.
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