A pesar de la polémica, Mauricio Macri pudo ayer cumplir el sueño de desembarcar en la Casa Rosada en una corta ceremonia que culminó con la entrega de atributos presidenciales –la banda y el bastón– de manos de Federico Pinedo, presidente provisional del Senado y tercero en la línea sucesoria, y ante la atenta mirada del titular de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, y de la vicepresidenta, Gabriela Michetti.
Tras un periplo por Avenida de Mayo, el vehículo que lo trasladó lo depositó en las escaleras, donde saludó, uno a uno, a los granaderos. Una vez en el Salón Blanco, junto a su mujer, Juliana Awada, y su pequeña hija Antonia, recorrió algunos de los salones de la Casa Rosada con una sonrisa. Caminó junto a su jefe de Gabinete, Marcos Peña, y al secretario general, Fernando de Andreis.
Durante la escueta ceremonia se pudo ver en primera fila a su padre, Franco Macri (ya reconciliados); a los ex presidentes Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Ramón Puerta (amigo personal desde hace más de veinte años); y hasta Susana Giménez (quien hizo campaña en el último tramo). Lejos de los flashes, también estuvo Fernando Niembro.
Antonia, con apenas 4 años, no se quiso perder la jura y le pidió a su padre, en varias ocasiones, que la alce en sus brazos. “Se me va a arrugar la banda presidencial, no puedo”, respondió Macri. Finalmente Macri accedió: la alzó, lo que provocó que la banda termine visiblemente arrugada cuando tuvo que salir al balcón a saludar a la multitud en la Plaza de Mayo.
En un breve discurso, el líder del PRO prometió “armar un gran equipo” y celebró que “nos podamos expresar con libertad en la República Argentina” y que “podamos pensar diferente pero trabajar juntos”. “Prometo decir siempre la verdad y ser sincero y mostrarles cuáles son los problemas porque sé que podemos resolverlos”, subrayó. “Necesito que todos los argentinos nos acompañen, que nos alerten cuando nos equivoquemos y que participen porque no somos infalibles”, añadió. “Un beso grande para todos, los amo, amo este país, los amo a todos ustedes. Gracias, gracias, gracias”, finalizó.
Tras corear la frase “sí, se puede”, el lema en el final de la campaña de Cambiemos, emulando a la que utilizaba Barack Obama, las más de 60 mil personas comenzaron a pedirle que baile. Primero Macri dijo que no podía por los inconvenientes para hacerlo con la banda presidencial, pero luego accedió. A su lado, Michetti tomó el micrófono y, con poca afinación, entonó la canción No me arrepiento de este amor, que popularizó la cantante Gilda, y que se repite en todas las campañas del PRO desde 2011.