Todos los meses de setiembre, más de un centenar de jefes de gobierno del mundo visitan los Estados Unidos y en particular New York, para dar su discurso ante la asamblea anual de la UN. La mayoría utiliza estos encuentros, para mantener reuniones bilaterales con sus pares de distintas partes del mundo.
La Presidenta argentina con novedades, este año redujo a sólo uno este tipo de encuentros,- nada más se reunión con su colega egipcio,- y como queriendo subrayar su falta de interés en buscarlos, no asistió a la comida que dio el Presidente Obama a todos sus colegas del mundo que estaban en New York. El estadounidense, también eludió encuentros con sus pares, apremiado por el tiempo que le demanda la campaña electoral a cuarenta días de la elección.
Cristina Kirchner incorporó como modalidad, dos encuentros con estudiantes en ámbitos universitarios, abriendo en estos casos diálogos que aunque limitadas, no los da en su país.
En mi opinión, sus afirmaciones no mostraron un cambio de discurso, por el contrario, ratificó, profundizó, reafirmó una ideología, una personalidad, un estilo.
Las críticas al FMI, la negación de la inflación, el cuestionamiento al mundo desarrollado, las ironías sobre Estados Unidos y la reacción frente a las criticas sobre su patrimonio, no implican cambio alguno respecto al discurso que utiliza normalmente en su país.
Como suele suceder con los presidentes de países medianos y chicos que hablan en los Estados Unidos, sus palabras van más dirigidas a su propia opinión pública, que a los norteamericanos. Desde esta perspectiva, Cristina más que a Georgetown y Harvard, les estuvo respondiendo a los argentinos.
En realidad, fue la primera respuesta que ella dio a la protesta del 13 de setiembre.
Ella no ha cambiado, ha cambiado la opinión pública.
Las mismas cosas dichas el año pasado, eran toleradas o incluso apoyadas y en cambio ahora son criticas o irritan a la cambiante clase media. Un par de años atrás, residentes argentinos en New York la vivaban frente al hotel en el cual se hospedaba y ahora la critican con cacerolas. Ella no cambio, la que cambió es la opinión pública.
(*) Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.