El gobernador tucumano José Alperovich es el hombre que más poder acumula por metro cuadrado en la República Argentina. En Tucumán, su apellido es sinónimo de imperio. Y, junto a su familia, es el ejemplo más acabado de la encarnación del poder hegemónico.
Negocios familiares. La historia de los Alperovich parece sacada de un cuento. Su padre, León, un inmigrante judío, llegó muy pobre a la Argentina e inició su vida trabajando de sastre. Con el paso de los años, su tienda empezó a crecer, invirtió en campos y hoy enTucumán, corre el rumor casi incomprobable de que sería dueño de hasta 5 mil propiedades. A partir de puntadas e hilo, León Alperovich construyó un imperio económico que hoy es controlado por sus hijos, con José, el gobernador, como cara visible.
Los emprendimientos comerciales de la familia incluyen varias concesionarias (una de autos cero Km., otra de camiones, una de usados, una de maquinaria agrícola e, incluso, una en Salta), un hotel en el centro de la capital tucumana y una empresa constructora que tiene varios proyectos en marcha, entre ellos el exclusivo complejo "Terrazas Village", al que presenta como "un nuevo concepto de vida".
Pero además, José Alperovich es productor sojero. Tiene campos en Tucumán, Santiago del Estero y Salta, donde cosechó, según afirmó hace algunas semanas, 3.200 kilos de soja por hectárea. "Y me dejaron limpios, pagando las retenciones, 310 dólares por hectárea", se ufanó, en respuesta a la Mesa de Enlace. A pesar de sus vínculos con el campo, no dudó en bajar por orden presidencial el stand de su provincia en La Rural, aún cuando ya se habían pagado 70 mil pesos por él. "Mucho más importante es lo que conseguí en Nación. En un día y medio logré 60 millones de pesos", graficó, según declaraciones hechas a medios tucumanos.
Un zar en democracia. En el plano político, Alperovich es una especie de zar todopoderoso en su provincia, donde la oposición tiene apenas pequeños cotos de resistencia. En la legislatura provincial, el bloque alperovista "Tucumán crece" cuenta con 44 legisladores; la oposición, sólo con cuatro de las 48 bancas. En diputados nacionales sucede algo parecido ya que de los nueve representantes, ocho siguen sus órdenes directas. Sólo uno, el radical José García Hamilton, no lo hace y lo crítica por su "servilismo K".
De las 18 intendencias provinciales, Alperovich controla 17 a través de funcionarios que, al igual que él, no cuestionan las órdenes que llegan desde arriba. El mismo panorama se repite en los concejos deliberantes Esto hace que Alperovich tenga un aparato político de dimensiones incalculables. Su poder de movilización, con el denunciado clientelismo político mediante, se ha visto en los actos de Cristina Fernández de Kirchner, en Buenos Aires, y Tucumán, donde dos militantes tucumanos murieron en forma trágica en distintos accidentes.
"Tiene la suma del poder público", afirma a Perfil.com una fuente que conoce de cerca al gobernador. "En la provincia, tiene el poder que Kirchner tiene a nivel nacional, pero multiplicado por 10", agrega y cuenta que su forma de expresar ese poderío es similar a la del ex presidente: "Está encima de sus ministros todo el tiempo". En efecto, Alperovich es celoso de su gente y tras el conflicto con el campo organizó un asado con todos sus legisladores y les agradeció por haberse callado la boca durante 130 días.
Todo un ejemplo de como la sumisión política marca el modelo de gobierno de una de las provincias más pobres del país.
(*) Redactor de Perfil.com.