A no caretear. Este Bicentenario llega hueco. No tiembla. No late. Es de "endegusto". Se lo celebra por fuera pero no se lo cree nadie. ¿Cómo vamos a cumplir 200 años si no consguimos salir del primero? Que no. Que no es por gualicho ni virus que no hacemos camino al andar. Es por sucesivos "nosotros" enfrentados al cuete. Aquí hay invalidez ambiente. Adicción al bache, al tropezón, al contramano, a la caída, al "andá cantále a Gardel".
Está probado: no hay vertical que nos dure. Portamos un gen disfuncional. Un intríngulis infeliz nos divide el país. En lo público, bien se sabe. En lo privado, mal se calla. Este ácido relato social recorre el árbol de nuestra historia desde recién parida que ella fue. Sobre el albor nomás (1600: sic) ya porfiaban a veneno y daga los "beneméritos" del Puerto y los "confederados" del Campo. Toscas y jodidas mafias nos llegaron de Iberia. Una se adineró con cueros y tasajo, y la otra importando esclavos negros que llegaban al Plata rumbo a minas de idem de Potosí. Esta discordia de piratas gemelos la hubo siempre. Marcó estilo. Inauguró tradición. En 1800 envenenó a Moreno y en la misma antesala de 1900, sinceró su antropofagia con puja de "crudos" y "cocidos" (como diagnosticó el filoso pater Borges "un caníbal comiendo a otro caníbal").
Ahora mismo y en días que son inflados como "patrios" la tormenta va por dentro. Un gobierno que cojea por corrupto. Una oposición que cojea por inepta. Para colmo, se odian tanto como un coreano del norte y un coreano del sur. Inflan el pecho y echan palabras al aire por una fiesta prólogo de la patria, pero serían incapaces de compartir cordiales, codo a codo, el desfile cívico de los 200. ¿Cristina del brazo de Lilita? ¿Pino al lado de Kirchner? ¿Pero cómo podrían hacerlo si cada uno le echa en cara al otro una culpa cuya mitad es propia. De celebrar Bicentenario como Dios manda deberían dejar los garrotes en el suelo, volver las palabras al diccionario y unirse en proyecto conjunto de una mitad más la otra mitad. Un Frente para celebrar con alguna prolijidad el real Bicentenario de 2016 y no caretear en éste que Billiken inventó, Grosso consagró y Mitre celebró.
Este sanitario cambio de rumbo podría ser la base de un proyecto a encarar no bien acabe la parafernalia de tres meses de escarapela, bombo, televisión y goles a que obliga el fixture nacional y popular. No hay tiempo que perder. Los números de la economía no coinciden con las palabras de los días. Con la boca de tiburón de 2011 ya apoyada sobre el horizonte electoral no estaría de más articular fuerzas sociales que están en la banquina y tienen mucho nuevo que decir a los tahures que cortan la Torta o secuestran la Caja. Ni la Rosada ni el Congreso son los indicados para ofrecer la solución pues son los profesionales del problema. De reunirse una asamblea con delegados de Todos los Sectores, el país podría hablarse a si mismo desde la entraña no desde la piel. No se ve otra forma superadora del enconado e imbécil forcejeo de oficialistas y opositores. De darse una auténtica asamblea popular independiente de "patoteros" y "nabos", otro gallo cantaría. Los Conjurados de la Rosada y los Parlanchines del Congreso quedarían en su justa minoría y con poca chance para el 2011. ¿Es iluso? Sí. Pero de allí a lo real solo hay un paso. El de uno.
* (Especial para Perfil.com)