El ex jefe de Gabinete, Alberto Angel Fernández, está de vacaciones. De tener los días ocupados desde las 6 de mañana a veces hasta la madrugada, ha pasado a disponer de un descanso casi absoluto. Y además de empezar a cumplir con sus obligaciones de padre, le sobra tiempo para disfrutar de la maravillosa vista de su piso en Puerto Madero. El río y las luces centelleantes del Casin Flotante son testigos, a lo lejos claro, de sus recitales acústicos de guitarra. El instrumento, confeccionado a medida (no se sabe si de su alcance de brazos o de su calidad como intérprete) es su fiel acompañante en estas horas de desintoxicación política.
Las pocas veces que abandona su coqueto departamento de Puerto Madero lo hace para no desairear a sus seguidores más fieles, que siguen organizándole despedidas.
Pero la larga oreja de la sección Espía, del Diario Perfil, llegó a uno de esos encuentros, justamente en el que el ex funcionario sorprendió a todos con una confidencia explosiva. Fue cuando le preguntaron sobre "aquella tarde" post voto no positivo de Julio Cobos, en la que Néstor Kirchner fuera de sí quería que Cristina renunciara y largaran todo por el aire, para volver al sur y esperar la revancha.
Y Alberto, luego de suspirar, asintió con la cabeza para certificar que la historia fue cierta, deslizando además en tono de susurro que él mismo se encargó primero de guardar y luego de destruir una carta que la presidenta Cristina Fernández había dejado a su cuidado, cuando partió hacia el acto que Capitanich le había organizado en el Chaco. Shockeados, sus interlocutores entendieron que hablaba de una carta de renuncia...