La justicia federal está demostrando, en general, su fina sensibilidad para adaptarse a los vaivenes políticos. Luego del rotundo triunfo de la presidenta Cristina Kirchner en las primarias de agosto, ratificado en las elecciones de octubre, jueces y tribunales se esmeran en la redacción de sentencias al gusto del oficialismo en un amplio abanico de temas.
Pasó con la venta ilegal de armas; acaba de suceder con el Caso Skanska; podría ocurrir con un hecho histórico, el asesinato de José Rucci, en 1973.
No se trata de una novedad; en este tema, el kirchnerismo no ha inventado nada. “Nunca un juez federal penal investigó a un funcionario mientras éste ejercía el poder”, dijo hace ya un tiempo el titular de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, Ricardo Recondo, en un reportaje con el diario PERFIL.
Es cierto que los gobiernos intentan controlar y presionar a la justicia federal, que se ocupa de temas como las denuncias contra funcionarios públicos por enriquecimiento ilícito y cobro de coimas y los casos que afectan al Estado nacional, por ejemplo la seguridad y el tráfico de drogas.
Pero, también es verdad que, a pesar de que tienen la estabilidad asegurada, los jueces federales, en general, se dejan presionar, en parte porque dependen del gobierno de turno para seguir avanzando en una carrera que les permite un nivel de vida muy alto y los integra a los círculos del poder.
El asesinato de Rucci es un hecho histórico que no está contenido en la política de derechos humanos del gobierno porque fue realizado por un grupo guerrillero, Montoneros, y no por la dictadura o por un grupo paraestatal como la Triple A.
Versiones que han sido publicadas en otros medios indican que el juez Ariel Lijo se apresta a cerrar la investigación del asesinato de Rucci en los próximos días sin siquiera citar a uno de los trece testigos propuestos hace un mes y medio por la hija de la víctima, Claudia Rucci.
Entre esas personas figura, por ejemplo, Mario Firmenich, el jefe máximo de Montoneros, quien aparece mencionado en la causa judicial como reconociendo en privado la autoría del atentado.
De acuerdo con estos rumores, Lijo tomó esta decisión hace ya unos meses, antes de la presentación de la hija de Rucci y, casualmente, cuando la ola cristinista se volvía imparable.
(*) Periodista y escritor, autor de Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?.